Oriente medio : una eterna encrucijada - page 43

Oriente medio: una eterna encrucijada
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batalla de Sarikamish. Sin embargo, el 4 de marzo de 1915, el canciller
ruso Sergei Sazanov despachó un telegrama secreto a Londres y a París, el
cual contenía un mensaje del Zar Nicolás II solicitando a los aliados que
una vez capturado Constantinopla y los estrechos, más los territorios ad-
yacentes se los entregaran a Rusia. A cambio, tanto Sazanov como el Zar
se comprometían a escuchar con especial simpatía los planes británicos y
franceses que representaban sus ambiciones nacionales en otras regiones
del Imperio Otomano y en otros lugares.
En París el mensaje fue recibido con preocupación e inquietud, porque
si los rusos lograban lo que exigían, Rusia se convertiría en un serio rival
para Francia en el Mediterráneo.
En Londres hubo posiciones divididas frente a la demanda rusa, el
secretario de Estado para las Relaciones Exteriores Sir Edward Grey te-
mía que negarles a los rusos los estrechos turcos podría incentivar a las
facciones pro germanas, que existían dentro de la corte del Imperio Ruso,
para que presionaran para la firma de una pronta paz por separado con
Alemania. Los grupos conservadores continuaban insistiendo que nunca
había que darles a los rusos una salida a «mares calientes». Los liberales
liderados por Grey y por el Primer Ministro Herbert Henry Asquith, soste-
nían que si satisfacían las aspiraciones de los rusos al concederles los
estrechos, Rusia no podría exigir mayores territorios en Persia, en Europa
oriental o en otros lugares.
Finalmente se acordó aceptar la solicitud rusa, los británicos respon-
dieron el 12 de marzo y los franceses, más reticentes, lo hicieron el 10 de
abril. El canciller Grey en su respuesta le indicó a Sazanov que original-
mente la demanda rusa había sido por Constantinopla y los estrechos y,
ahora, se agregaban territorios adyacentes. Además le enfatizó que el con-
sentimiento a la solicitud del Zar, era una prueba irrefutable de la amistad
y lealtad del gobierno británico hacia Rusia. En cuanto a lo que Rusia
debía conceder, le expresó que su Gobierno aún no había formulado sus
objetivos en el este, pero uno de ellos debería ser la revisión del Acuerdo
anglo-ruso de 1907, indicándole que Gran Bretaña estaba interesada en la
zona neutral de Persia que se estableció en el referido acuerdo. Al mismo
tiempo, le manifestó que el reciente acuerdo que habían concluido sobre
Constantinopla debía ser mantenido en secreto.
Grey estaba preocupado por las consecuencias que podría provocar para
los intereses británicos si los musulmanes de la India se imponían de los
términos de este acuerdo, por ello acordó con los rusos si el contenido se
filtraba, él debería declarar públicamente que por medio de negociaciones
el Gobierno de S. M. había estipulado que los Santos Lugares del Islam y
Arabia permanecerán, ante cualquier circunstancia, bajo un dominio mu-
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