Oriente medio : una eterna encrucijada - page 37

Oriente medio: una eterna encrucijada
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continuaba fomentando el terrorismo y la agitación entre los armenios.
Con Rusia en el lado de la Entente sería muy difícil obtener la segura
protección de Francia y de Gran Bretaña. Por otra parte, Alemania no
tenía ambiciones territoriales en el Oriente Medio; su único interés estra-
tégico apuntaba a limitar la expansión de los rusos»
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.
A pesar de los repetidos esfuerzos que efectuaron Talaat y Jemal no
pudieron lograr concertar una alianza con la Triple Entente, imponiéndo-
se la voluntad de Enver que señalaba que era necesario alinearse con
Alemania. El 2 de agosto de 1914, lo otomanos firmaron una alianza
secreta con Alemania mediante la cual permitía a Turquía que permane-
ciera neutral bajo la condición que Rusia no interviniera en el conflicto
que recién se había producido entre el Imperio Austro-Húngaro y Serbia.
El día 4 Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania, pero no todo estaba
perdido, Talaat aún sostenía que se debía optar por la neutralidad. Las
relaciones diplomáticas con Gran Bretaña eran satisfactorias, en el curso
de ese verano, el embajador otomano en Londres, Hakki Pasha había
logrado negociar –en buenos términos para su país– una serie de acuerdos
con los ingleses, los que además involucraban intereses franceses y alema-
nes. Solucionaron los asuntos del ferrocarril en Mesopotamia y en Siria,
como también la navegación en los ríos Tigris y Eufrates. Otro acuerdo
firmado con los ingleses definió las fronteras entre Kuwait, Nejd e Irak.
Las relaciones del Imperio Otomano con Gran Bretaña se deterioraron
debido a un asunto con los buques. Cuando el «Sultán Osmán I» estaba
terminado para ser entregado a la armada turca, el First Lord del Almi-
rantazgo, Winston Churchill, resolvió el día 28 de julio de 1914, requisar
los dos buques turcos antes que zarparan. Esta medida no la adoptó por
temor a que los otomanos ingresaran a la guerra al lado de los alemanes,
sino más bien, como una manera para incrementar su flota
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. La decisión
británica produjo en Constantinopla desaliento y molestia. Al mismo tiem-
po, dos buques de guerra alemanes que se encontraban operando en el mar
Mediterráneo, el «Goeben» y el «Breslau», a fin de evitar el enfrentamien-
to con las flotas francesa e inglesa, buscaron refugio en los Dardanelos
–estrecho que había sido minado– y Enver concedió el permiso para que
permanecieran en puertos turcos. Ante las presiones de los británicos para
que los buques dejaran las aguas territoriales turcas, Constantinopla de-
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Shaw, Standford J. y Kural Shaw, Ezel,
History of the Ottoman Empire and
Modern Turkey
, Vol. II, Cambridge, Cambridge University Press, 1977, p. 310.
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Lo mismo le sucedió a la armada chilena: los acorazados que se habían manda-
do a construir a los astilleros en Newcastle, el «Almirante Latorre» y el
«Cochrane», fueron requisados al inicio de la Primera Guerra Mundial.
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