Oriente medio : una eterna encrucijada - page 28

Gilberto Aranda y Luis Palma
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como compensación por el territorio que retuvo Constantinopla, exigió al
Sultán Abdul Hamid II que les cediera la isla de Chipre con el propósito de
estacionar tropas para defender sus intereses en el área.
En 1882, ante unos disturbios que ocurrieron en Alejandría, los britá-
nicos bajo la excusa de proteger a sus súbditos, en septiembre de ese año,
invadieron Egipto y en la batalla de Tel el Kebir derrotaron las fuerzas del
Ahmad Arabi, permaneciendo en ese país por cerca de 70 años, fue el
inicio de la presencia inglesa en tierra de los faraones. Dos años más
tarde, con el objeto de someter a los nacionalistas sudaneses liderados por
Mohammed ibn Abdullah «el Mahdi», tuvieron una amarga experiencia,
el general Charles Gordon fue sitiado en Khartoum pereciendo con sus
tropas en enero de 1885. Sin embargo, trece años después Gran Bretaña
insistió en conquistar Sudán y envió al Mariscal de Campo Horatio Herbert
(Lord) Kitchener quien derrotó, en septiembre de 1898, a los sudaneses en
la batalla de Omdurman. En 1914, Egipto y Chipre pasaron a ser
Protectorados británicos y todo el valle del río Nilo fue declarado esfera
de influencia de la Corona de S. M. británica.
La pugna por la conquista del continente africano se había iniciado
entre Gran Bretaña y Francia, además, el canciller alemán Bismarck tam-
bién aspiraba a tener posesiones para su país en África
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. Por ello, para los
británicos el control de Egipto era vital dado que el canal de Suez les
permitía el acceso a la ruta más cercana para la India y, al mismo tiempo,
su presencia en Sudán les facilitaba el ingreso al interior del continente.
Cecil Rhodes, en el sur de África, aspiraba unir las posesiones coloniales
británicas por medio de un ferrocarril que uniera Ciudad del Cabo por el
sur y Alejandría por el norte, constituyéndose en el proyecto más ambicio-
so a que aspiraba en África el imperialismo de la corte victoriana.
Paralelamente a las conquistas en el valle del Nilo, los británicos asegura-
ron el control en el golfo Pérsico, en 1861 firmaron un tratado con el gober-
nante de la isla de Bahrein, mediante el cual la Corona británica la protegería
de las amenazas externas –específicamente de Persia y de los otomanos– a
cambio que se le permitiera establecer una base en sus costas. Tiempo des-
pués, en 1899 el Emir de Kuwait, Mubarak «El Grande» solicitó la protección
de los británicos no por el temor de los turcos, sino para impedir que el
ferrocarril que construirían los alemanes para los otomanos, Berlín-Estambul-
Bagdad no se extendiera hasta Kuwait. Entre 1901 y 1908, se terminó la línea
de este ferrocarril que unía Damasco conMedina. La extensión que pretendía
llegar hasta La Meca nunca se logró finalizar. Por su parte, los británicos
aceptaron con agrado la solicitud de Mubarak y exigieron en el acuerdo que
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Ver Conferencia de Berlín que inició sus debates en noviembre de 1884.
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