Oriente medio : una eterna encrucijada - page 26

Gilberto Aranda y Luis Palma
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menzó a dar señales de debilitamiento, perdiendo varios de sus territorios
debido al surgimiento del nacionalismo en los pueblos que tenía someti-
dos. También en esta época las potencias europeas comenzaron a intere-
sarse en los dominios de los otomanos.
Con la apertura del Canal de Suez en 1869, los británicos le asignaron
un valor estratégico a este paso marítimo que les permitió disminuir
–enormemente– la distancia que los separaba del subcontinente indio. La
administración del Canal quedó en manos de la Compagnie Universelle
du Canal Maritime de Suez, donde el gobierno galo tenía un gran porcen-
taje de las acciones que se emitieron para su financiamiento. Los egipcios
no solo fueron obligados a financiar parte de la construcción de este im-
portante proyecto de ingeniería, sino también a proveer la mano de obra,
incluso las acciones que no pudieron ser vendidas tuvo que comprarlas el
gobierno egipcio, adquiriendo un tremenda deuda. En 1875, el jedive Ismail,
hijo de Ibrahim Pasha, por las deudas que había contraído tuvo que ven-
der sus acciones al gobierno británico por la modesta suma de cuatro
millones de libras, estas representaban el 44% del total de las acciones de
la Compañía del canal. Aun más, las compañías extranjeras que estaban
en Egipto no tributan gracias a las concesiones que le otorgaban las «capi-
tulaciones»
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que el Sultán se había visto obligado a firmar con diferentes
gobiernos europeos.
En esos años la disputa por Asia central y el control de Persia (a partir
de 1935 llamada oficialmente Irán) enfrentaba a británicos y rusos. La
lucha por la conquista de estos territorios se conoció en inglés como
The
Great Game
16
. La rivalidad se profundizó cuando los rusos manifestaron
interés por los territorios que podían adquirir a expensas de los turcos. En
enero de 1853, durante una conversación en San Petersburgo entre el Zar
Nicolás I y el embajador británico Sir Hamilton Seymour, el monarca
ruso se refirió al Imperio Otomano como «un hombre muy enfermo».
Señalándole al diplomático británico que se podría llegar a un acuerdo
para el reparto de los territorios cuando ocurriera el deceso, le propuso
rá como Estambul o Constantinopla, prefiriéndose este último nombre por-
que –corrientemente– se le conoció como tal.
15
Concesiones que fueron otorgadas a los europeos con privilegios comerciales
dentro del Imperio Otomano y que además los situaba, para muchos propó-
sitos, bajo la jurisdicción de sus propios cónsules en vez de los tribunales
otomanos.
16
El término fue acuñado por el oficial británico Arthur Conolly y aparece en los
documentos de la primera guerra afgana. Fue una lucha entre Gran Bretaña y
Rusia por casi cien años que se extendió desde los Dardanelos hasta los Hima-
layas.
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