Oriente medio : una eterna encrucijada - page 18

Gilberto Aranda y Luis Palma
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sus intereses comerciales asociados al culto politeísta de La Meca. Tor-
nándose insostenible la relación entre los partidarios y detractores de
Mahoma, los neófitos musulmanes huyeron a Yatrib (futura Medina) en el
622, fecha de la Héjira que marca el inicio de la era musulmana. Allí
fundarían la primera comunidad de creyentes –Umma–, comunidad
carismática de salvación, provista de dimensiones políticas y jurídicas.
Dicha experiencia daría origen a una historia de instituciones religiosas y
políticas duales diferenciadas
1
en que la Umma representaba la comuni-
dad de creyentes y la nación del Islam. La jefatura de la comunidad co-
rrespondió a Mahoma.
Poco más tarde se reanudaron las hostilidades entre los nuevos creyen-
tes y la aristocracia mequí. Un ataque musulmán contra una caravana de
La Meca, recordada como la batalla de Badr (624), supuso la primera
victoria contra los infieles. Internamente, Mahoma inició un giro con la
expulsión de los judíos de la Umma (625), aunque prosiguieron siendo
protegidos de la autoridad musulmana. Dicha experiencia se consagraría
en la tradición islámica que reconocería los derechos de culto a judíos y
musulmanes en calidad de protegidos,
dimmíes
, mediante el pago de un
tributo al poder musulmán.
El año 630, Mahoma derrotó definitivamente a sus adversarios, en-
trando pacíficamente a La Meca. Las decenas de seguidores del Islam,
pasaban a ser miles y pronto mucho más que eso. A la muerte del Profeta
Mahoma (632), el Islam ya había alcanzado las dimensiones territoriales
del suroeste de Arabia y Yemen, y proseguía en expansión. De esta época
formativa datan también conceptos tan relevantes como el de Jihad
2
,
conceptualmente «el esfuerzo» –que se entiende en el camino de Dios–,
originalmente dividido en dos tipos por las fuentes musulmanas: Un Gran
Jihad o Jihad Mayor, y otro Menor. El primero referido a un esfuerzo
moral y el segundo provisto de connotaciones bélicas defensiva, en orden
a la protección de la comunidad o Umma de creyentes.
Sin embargo, una cuestión de mayor trascendencia se produjo como
consecuencia de la extinción de El Mensajero que trajo consigo la cuestión
1
Al respecto, algunas intuiciones de la escuela orientalista en orden a que el
Islam no conocería la diferenciación de las esferas religiosas de las esferas
políticas, por lo que en definitiva fue una teocracia, son erradas.
2
Posteriormente el concepto de Jihad sería útil para proveer de legitimidad a la
fulminante expansión árabe musulmana. Solo siglos más tarde, como vere-
mos, ciertos doctores de la ley islámica concebirían la Jihad como un sexto
pilar. Véase Flori, Jean,
Guerra Santa, Yihad, Cruzada. Violencia y Religión en
el cristianismo y el Islam
, Granada, Edición de la Universidad de Granada y la
Universidad de Valencia, 2004.
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