Iniciativa Latinoamericana para el avance de los Derechos Humanos de las Mujeres II - page 80

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El reclamo de inclusión desde la diferencia que impulsan las mujeres en este
período, que podemos llamar, recogiendo el aporte de algunas autoras “igualdad
diferenciada”, permite resignificar y redefinir la ciudadanía liberal que está
ampliándose en Bolivia. Habilita por esta vía la posibilidad de ampliar el espacio de
lo público, recuperar derechos del ámbito privado, politizar derechos particulares
de las mujeres que nacen de la especificidad de las experiencias de las mujeres,
como la violencia de género y los derechos sexuales y reproductivos, sin los cuales
no es posible alcanzar la plena ciudadanía.
En este marco, reivindicar la igualdad no es pretender volverse idéntico o aceptar al
hombre como paradigma de lo humano, ni asimilarse a una cultura androcéntrica,
sino gozar de un mismo estatus desde el cual, a partir del concepto de equivalencia,
se pueda reclamar el mismo valor a las diversas identidades. Desde la equipotencia
se puede reivindicar poder para los diferentes y desde la equifonía se logra que las
distintas voces sean audibles.
En la práctica, el saldo de este proceso tiene que ver con el surgimiento de un
movimiento de mujeres y feminista que se instala en el ámbito público como un
actor social y político capaz de desplegar su propia agenda democrática e impactar
en el itinerario de las reformas políticas. El desarrollo de la institucionalidad de
género es parte de este proceso. Aunque con limitaciones para generar una opción
contra-hegemónica a las políticas públicas tradicionales, la institucionalidad de
género nace como la conquista y ocupación de un espacio público susceptible de
generar intercambios, negociaciones y disputar decisiones entre diversos actores.
Por lo demás adquiere un carácter pedagógico al visibilizar un nuevo campo de
conflicto: las relaciones de poder entre hombres, que requieren una respuesta del
Estado.
Ciertamente, una vez que los feminismos se diversifican construyendo sus propios
sujetos políticos y estrategias discursivas, las apreciaciones sobre este tema
reconocieron posturas divergentes, las que enfrentaron a las feministas “autónomas”
versus las “institucionalizadas”. Al igual que en otros países, en Bolivia,
mientras
las primeras rechazaban la posibilidad de negociar e interlocutar con lo público-
político por sus dimensiones patriarcales, las segundas, a pesar de algunas
diferencias, asumían la importancia de negociar con la sociedad y el Estado
16
.
No obstante, una temprana preocupación es la “oenegización” de una vertiente
del movimiento feminista, que descuidó el lenguaje subversivo de las acciones
colectivas en pos de la agenda de los financiadores, provocando la despolitización
del movimiento.
16
Ibid
.
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