Iniciativa Latinoamericana para el avance de los Derechos Humanos de las Mujeres II - page 81

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Como paradoja del periodo queda, por un lado, el avance de la ciudadanía de
las mujeres en su dimensión política y, en contrapartida, la generalización de un
sistema económico neoliberal cuyos efectos restringen dramáticamente los derechos
de grandes sectores de mujeres (derechos laborales y económicos). De este modo,
el escenario de los años noventa es testigo de dos dinámicas contradictorias: por
un lado, el avance en la formulación de leyes y demandas de reconocimiento de
la ciudadanía de las mujeres en su dimensión cultural y política, y por otro, de
precariedad material e injusticia económica. Desde la perspectiva feminista, es esta
última dimensión socioeconómica o de igualdad distributiva, la más devaluada en
la lucha por los derechos de las mujeres.
IV. Cambio de siglo: El Estado plurinacional como
espacio de disputa
Varios hechos marcan el cambio de siglo en Bolivia. Se inicia un ciclo de insurgencia
y protestas sociales que ponen en evidencia la pérdida de hegemonía política
y cultural de dos décadas de democracia liberal y de un proyecto económico
neoliberal. Por un lado, asistimos a una profunda crisis de los partidos políticos
tradicionales y de la clase política en general. Entre 1985 y 1999, el sistema de
partidos de centro-derecha tuvo la capacidad de consolidar alianzas político
partidarias para garantizar la gobernabilidad política y encarar las reformas de
modernización estatal. Estos acuerdos pragmáticos, denominados “democracia
pactada” en los albores del siglo XXI, pierden legitimidad y se muestran incapaces
de canalizar las emergentes demandas étnicas, sociales, culturales, económicas y
de género.
Una vez que los partidos pierden centralidad y paralelamente aumenta la
desconfianza hacia la clase política blanco-mestiza que detenta el poder en
Bolivia desde su fundación, en 1825, la sociedad se fragmenta y la política se
traslada visiblemente a las calles. Se producen grandes movilizaciones sociales
en el 2000 y el 2003, las que culminan con la renuncia y fuga del presidente
Gonzalo Sánchez de Lozada, el promotor del (neo) liberalismo. En ausencia de una
mediación institucional, la resolución de los conflictos queda librada a la presión y
a la capacidad de movilización de los actores sociales, principalmente indígenas.
El año 2005, gana la presidencia con amplia mayoría Evo Morales, candidato del
Movimiento al Socialismo (MAS) e inicia el “Proceso de Cambio” buscando revertir
el Estado neoliberal y construir el Socialismo Comunitario. La lectura del MAS, sin
embargo, no es clasista a la manera marxista, sino étnica.
Con una institucionalidad desbordada por la acumulación de protestas y rebeldía,
Bolivia es testigo de la emergencia de nuevos actores sociales que se despliegan
y apropian del espacio público, actualizando demandas de participación, de
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