Iniciativa Latinoamericana para el avance de los Derechos Humanos de las Mujeres II - page 84

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y campesinas, tradicionalmente excluidas del poder político, ingresan a estos
espacios reservados para una élite preponderantemente mestiza y masculina. A
la vez que este proceso de democratización y ampliación del poder interpela los
resabios coloniales y racistas de las élites políticas, permite debilitar los imaginarios
sexistas dominantes en la sociedad.
La presencia de un nueva élite en los tres poderes del Estado “cambia la cualidad
simbólica del Estado y rompe con la clásica ocupación de espacios de poder
por parte de tecnócratas o representantes de las clases dominantes, desplazados
ahora por sectores populares y subalternos”
20
. Cabe preguntarse, sin embargo, qué
sucede con las mujeres en su relación con estos espacios. Como se sabe, uno de los
factores que define el ejercicio del poder es la capacidad de ser parte del equipo que
toma las decisiones políticas. Respecto a este tema existen coincidencias sobre la
vigencia de un núcleo de mayor confianza del presidente, que son los campesinos
que cultivan hoja de coca (cocaleros), quienes monopolizan la discusión de asuntos
políticos estratégicos, mientras que la Federación Nacional de Mujeres Campesinas
Indígenas Originarias de Bolivia “Bartolina Sisa”, grupo fundador del partido de
gobierno MAS y uno de sus soportes, juega un rol secundario, pese a que cuenta
con Ministras y parlamentarias.
Surgen entonces preguntas relevantes al “Proceso de Cambio” que vive Bolivia: ¿En
qué se traduce la presencia de mujeres indígenas, campesinas y de clases medias
en los gabinetes ministeriales? ¿Podemos dar por sentado que el correlato de la
paridad es la representación de los intereses de las mujeres? ¿Es posible asumir
que está cambiando el sentido de las prioridades de las políticas públicas? ¿Con
qué márgenes de libertad cuentan las mujeres, cuando lo que se impone son las
directrices del partido y las urgencias definidas por sus principales líderes, en
su mayoría varones? ¿Cómo evitar que la paridad se convierta en un mero gesto
de formalidad política que solo sirve para legitimar al gobierno y consolidar su
hegemonía?
La inclusión de las mujeres en los espacios de poder estatal se enfrenta, en principio,
a dos tensiones. La primera corresponde a la representación de los “intereses de
las mujeres” como “representación sustantiva de su género”
21
. Se observa un clima
en el que las identidades se fragmentan y muestran un movimiento de mujeres
que se mira a sí mismo como un sujeto plural y diverso atravesado por clivajes
étnicos, culturales de clase, regionales, urbano rurales, lésbicos, transexuales, con
tendencia a mostrarse como lugares irreductibles.
20 ZEGADA, María Teresa. La democracia desde los márgenes: transformaciones en el campo
político boliviano. La Paz, CLACSO-Muela del Diablo editores, 2011, p. 249.
21 LOIS, M. y DIZ, I. Qué sabemos sobre la presencia política de las mujeres y la toma de
decisiones. Claves para un marco de análisis. Revista Política, (46), otoño 2006, pp. 37-60.
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