Iniciativa Latinoamericana para el avance de los Derechos Humanos de las Mujeres II - page 82

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democratización, de redistribución del excedente, de derechos colectivos y
autodeterminación de los pueblos indígenas. La Asamblea Constituyente (2006-
2008) se convierte en el escenario privilegiado para canalizar estos impulsos y
producir un nuevo pacto social que permita refundar el país sobre la base de una
nueva institucionalidad estatal que responda a los cambios sociales, políticos,
económicos y culturales y a los rezagos y tensiones que expresan la emergencia
de nuevas identidades étnicas y de género, con demandas de participación y
reconocimiento.
Se trata de un nuevo horizonte político que impulsa la inclusión de sujetos y la
ampliación de ciudadanías, de nuevas disponibilidades y subjetividades sociales,
y una inédita articulación entre mujeres diversas y heterogéneas. Confluyen en
este proceso mujeres indígenas, campesinas de tierras altas, trabajadoras del hogar,
gremiales, líderes locales, afro descendientes, feministas y académicas. Frente a
la construcción de un discurso anticolonial que privilegia como clivajes centrales
lo étnico y cultural, la crítica feminista, en alianza con liderazgos de mujeres
indígenas, campesinas y originarias, posiciona como otro eje del debate político
las relaciones de poder patriarcal. Así, frente al riesgo de quedar subsumidas en un
discurso hegemónico de la diversidad étnica cultural, las mujeres reivindican su
propia “diversidad dentro de la diversidad”.
Una de las desigualdades estructurales más difíciles de desactivar y que puso en
evidencia el feminismo de la década de los años noventa, fue precisamente la
baja presencia de mujeres en los espacios de representación política. Nuevamente,
pero además inevitablemente en un contexto de “revolución democrática” y de
inclusiones, esta demanda se actualiza. Enfrentadas al riesgo de quedar subsumidas
en movimientos sociales “asexuados” -no importa que se trate de caras y voces de
caballeros occidentales o de duros luchadores indígenas u originarios- la demanda
de paridad se convierte en uno de los dispositivos discursivos centrales dirigido a
la Asamblea Constituyente.
La demanda de paridad es, en este contexto, una crítica abierta a la idea abstracta
y universal, no solo de ciudadanía, sino de nociones como “pueblos”, “indígenas”,
“comunidades campesinas”, “movimientos sociales”, en un intento por volver
pertinente la diferencia sexual en la construcción de estas identidades.
Si bien la noción de paridad se inspira en la reflexión y debates feministas -al
contrarrestar los desequilibrios de poder de género-, desde el punto de vista
de las representaciones de las mujeres indígenas, originarias y campesinas,
la idea de paridad cobra fuerza y legitimidad porque evoca el imaginario de la
complementariedad entre hombre y mujer en el mundo andino, a través de la
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