Página 498 - Obras completas de don Andrés Bello: Volumen X : Derecho internacional
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482.
DERECHO
INTERNACIONAL
tes
de
los
que ellos han reconocido
en
sus
relaciones
recjiro-
cas,
es
consecuencia
precisa
ejue la
Gran
Bretaa,
pues cjue
goza
de
las
franquicias
i
beneficios
de
la
neutralidad,
se su
jete
a sus
cargas.
Ahora
bien,
es
conciliable
con
el carcter
neutral
el
lenguaje
que
la
Gaceta
de
Buenos
Aires
pione
en
boca
del comodoro Purvis?
Podr
decir
un
neutral
a un
beli
jerante:
Haz
en
hora
buena
la
guerra
a
tu
enemigo,
piero
no
te
permito
que
la
hagas
como
las
naciones
europieas hemos hecho
la guerra hasta
ahora;
hazla de
manera
cjue,
en
el
ejercicio
ordi
nario,
lejtimo, indispensable
do
los
derechos
de la guerra,
no
pieligreuna
sola
vida,
un
solo
fardo
mi;
no
tolerar
que
dispa
res
a
tu
enemigo
un
tiro,
que
pueda
derramar
una
gota
de
san
gre
ce
mis
subditos;
si
uno
de
ellos
se
presenta
entre
tus
filas
i
las
del
enemigo,
retrocede;
si
una
de
mis
naves
lleva vveres
o
provisiones
de
guerra
a
tu
enemigo,
gurdate
de
embarazarle
su
viaje?
Este
lenguaje
no
odo
hasta
ahora
de
la
boca de
ningn
estado
neutral,
es en
sustancia
el
que
(si
la
Gaceta
Mercantil
no
lo
desfigura)
ha
usado
con
Buenos Aires
el
co
modoro
Purvis.
Ninguna
nacin
ha
sido
mas
estricta
i
severa
acerca
de
las
obligaciones
de los
neutrales
que
la
Gran
Bretaa. El
ingles
Chitty,
autoridad
clsica
en
materia
do
derecho
martimo,
dice
as,
hablando
de
la
obligacin
que
tienen
los
neutrales
ele
respetar
los
bloqueos:
Entre
los
derechos
de
los
belijeran
tes,
ninguno
mas
claro,
ni
mas
incontrovertible,
ni
mas
justo
i
necesario
en
su
aplicacin,
que
el de que
procede
la lei
de
bloqueo,
segn
ha
sido
determinada,
definida
i
administrada
por
los
tribunales
ele
este
pas.
Cuanto
mas se
investiguen
los
principios
de
la lei
natural,
cuanto
mas se
estudien
los pior-
menores
ele la historia
diplomtica
i
convencional
de
Europa,
mas
claro
aparecer
ejue
este
derecho
tiene
su
orjen
en
las
mas
puras
fuentes de
la
jurisprudencia
martima;
cpue
l ha
sido
sancionado pior
la
prctica
de
los
mejores tiempos;
i
sobre
todo,
epue
tiene
tan
ntima
conexin
con
los
intereses vitales
ele
la Gran
Bretaa,
que el renunciarlo debera
mirarse
en
cualesquiera
circunstancias
como
la renuncia
de
uno
de
los
mas
firmes
ttulos
de
nuestra
preeminencia
martima,
i
como
