CONGRESO
AMERICANO
i
Las
objeciones
que
omos
contra
el
jiroyecto
ele
un
congreso
que
represente
a
todos
los
nuevos
estados ele
este
continente
i
discuta
i
arregle
sus
intereses
comunes
internacionales,
no
nos
parecen
convincentes.
Confesaremos desde
luego
que
hu
bo
un
tiempo
en
que
esas
mismas
objeciones
nos
hacan
fuer
za.
Mirbamos
la idea
como
una
bella
utopia,
estril
de
con
secuencias
prcticas
piara
nuestra
Amrica.
En
el
dia,
somos
ele
diversa
opinin. Supongamos
que la
empresa
no
produz
ca
todos los
resultados
que
en
ella
podemos
proponernos.
Si
se
consiguiesen
algunos,
esto
solo la
justificara;
i
son
tantos
i
de tal
imjiortancia
los
puntos
a
que
el
proyectado
congreso
debera
dirijir
su
atencin,
cjue
el
menor
de ellos
re
compensara
los
pequeos
costos
i
esfuerzos
necesarios
para
reunir i
organizar
ese
cuerpo.
Pero
demos cjue
los
plenipoten
ciarios
consumiesen
su
tiempo
en
discusiones
vanas, i
que
se
retirasen
sin
haber
jiuesto
en
planta
una
sola
institucin
ben
fica,
sin
haber
zanjado
una
sola base estable
i
provechosa.
Qu
habramos
pierdido?
Los
gastos
de
una
misin que
pior
otras
consideraciones
hubiera
sido talvez necesaria.
Chile,
por
ejem-
pilo,
ha
detener de
todos
modos
un
representante
en
Lima.
Bolivia,
el
Ecuador
i
la
Nueva
Granada
se
hallan
en
el
mis
mo
caso.
Los
dems estados
tienen menos inters
en
este
comercio
diplomtico
con
las
repblicas
del
Sur;
piero
es
in
contestable
que
a
todos
ellos
importa
acercarse,
observarse,
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