Oriente medio : una eterna encrucijada - page 60

Gilberto Aranda y Luis Palma
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mo consultó a Herbert Samuel, quien ocupaba el cargo de Home Secretary
(Ministro del Interior) y además, era de origen judío.
En San Petersburgo, Sykes supo que las autoridades rusas no sentían
una gran simpatía por los judíos, señalándosele que dentro de Rusia pre-
sentaban una seria amenaza para el zarismo. Por ello los rusos insistieron
que la administración de Palestina debía ser compartida con los franceses
con un régimen internacional, pero el interés de San Petersburgo persistía
en tomar el control de los estrechos turcos. Sin embargo, el acuerdo Picot-
Sykes-Sazanov, que se mantuvo en secreto, señalaba que los Santos Luga-
res cristianos deberían quedar bajo una administración internacional y,
por insinuación de Sykes, la comunidad judía en Palestina debería quedar
bajo un condominio anglo-francés.
Hacia la Declaración Balfour
Los esfuerzos del movimiento sionista por establecer un territorio en
Palestina aún no se concretaban. No obstante, Chaim Weizmann que vivía
en Manchester había establecido una sólida amistad con C.P. Scott editor
del periódico
Manchester Guardian
, quien se convirtió en ferviente defensor
de la causa de los judíos, difundiéndola en su diario y logrando importantes
contactos con funcionarios de gobierno. El 7 de febrero de 1917, en Londres,
Sykes sostuvo una reunión con Weizmann y un grupo de sionistas británi-
cos, quienes le expresaron que se oponían a la idea del condominio y que
deseaban que Palestina fuese administrada solo por Gran Bretaña.
La actitud del Gobierno británico frente a los acuerdos que se habían
concluido con los árabes no reflejaba un verdadero compromiso, privile-
giando sus intereses por sobre la palabra empeñada. Esta conducta fue
exhibida en la reunión que sostuvo Sykes, el 3 de abril de 1917, en 10
Downing Street, con el Primer Ministro y Lord Curzon. Sykes propuso
provocar una rebelión de las tribus árabes detrás de las líneas enemigas.
Lloyd George le manifestó que era importante no comprometer a Gran
Bretaña con estas tribus porque podría ser perjudicial para los intereses
británicos. Le enfatizaron que no hiciera nada que pudiera empeorar la
situación con Francia y que tuviera presente la importancia de no perjudi-
car el movimiento sionista y de su desarrollo bajo los auspicios de Gran
Bretaña. El Primer Ministro le añadió a Sykes que no le hiciera promesas
a los árabes, particularmente, ninguna relacionada con Palestina.
En las operaciones militares, a fines de abril de 1917, el general
Archibald Murray, comandante del ejército británico en Egipto –Fuerza
Expedicionaria Egipcia– condujo a sus tropas hasta Gaza, donde el gene-
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