Oriente medio : una eterna encrucijada - page 65

Oriente medio: una eterna encrucijada
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d) De inmediato un Oficial de Enlace francés, deberá tra-
bajar junto con Lawrence, para darle asesoría
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.
La desilusión y la impotencia de Feisal se plasmarían en el transcurso
de la Conferencia de Paz y en los posteriores tratados relacionados con la
rendición de los turcos. Los mandatos que entregó la Sociedad de las Na-
ciones legitimó los intereses coloniales de Gran Bretaña y Francia, no solo
en la región mesoriental, sino también en el continente africano. Incluso,
el propio Thomas E. Lawrence, por su amistad y compromiso con los
árabes, al comprobar el comportamiento de las autoridades de su país,
avergonzado por el incumplimiento de las promesas contraídas, se retiró
del ejército, cambió su apellido por Shaw y vivió el resto de sus días en el
anonimato.
Los mandatos y la repartición de los territorios
Previo a la Conferencia, los que tendrían un papel primordial en los
acuerdos que se adoptarían, se reunieron en Londres. El 1 de diciembre de
1918 Clemenceau visitó a Lloyd George en 10 Downing Street, aunque no
existen notas acerca de la conversación que ambos líderes sostuvieron ya
que fue un encuentro a solas, esta reunión arrojó modificaciones al acuer-
do que habían alcanzado Sykes y Picot. Al parecer, en el transcurso del
diálogo que había girado alrededor de la situación en Europa donde Fran-
cia tenía sus vitales intereses, Clemenceau le preguntó a Lloyd George qué
cambios deseaba hacer a las pretensiones francesas en Oriente Medio. El
británico respondió «Mosul». Clemenceau le dijo «lo tendrás», a conti-
nuación le consultó si deseaba algo más, el Premier británico replicó:
«Palestina». El líder galo –nuevamente– le manifestó: «Lo tendrás».
Con estas concesiones los británicos ampliaban y consolidaban su in-
fluencia en el Oriente Medio, su presencia en Mesopotamia se extendía
hacia el norte, hasta los pozos petrolíferos de Mosul, mientras que ahora
Palestina quedaba solo para ellos. Incluso al interior del Gabinete inglés
hubo opiniones, entre ellas la de Lord Curzon, quienes sostenían que Fran-
cia también debería renunciar a Siria, no tanto por el deseo de poseer más
territorios en la región, sino para tener libre la ruta hacia la India y Asia
central. El mayor interés británico continuaba siendo el subcontinente in-
dio y para este grupo la presencia de Francia en Siria podría constituir un
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Fromkin,
A Peace to End All Peace
, p. 339
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