Oriente medio : una eterna encrucijada - page 74

Gilberto Aranda y Luis Palma
74
Petroleum Company, Londres aseguró el goce de los beneficios del petró-
leo, lo que no varió hasta 1952 cuando Bagdad obtuvo la mitad de las
ganancias. Antes de eso, un golpe de Estado liderado por Rashid Alí Al
Galiano obtuvo el poder alineándose con la Alemania Nazi. Dos años más
tarde los británicos reocuparon el país, reinstalando a la monarquía hachemí.
El Pacto de Bagdad en 1955, o Tratado Central como pasará a llamarse
cuatro años más tarde, reafirmó la órbita de Irak en torno a Occidente, esta
vez respecto a Estados Unidos. Solo la revuelta popular de julio de 1958 que
derrocó a la dinastía hachemí, reemplazándola por la república encabeza-
da por el general Kassem, cambió la situación radicalmente.
Al este de Irak, un hermano de Feisal –Abdullah–, fue reconocido por
los británicos como jefe de un Estado que denominaron Transjordania.
Hacia 1946 el monarca firmó un tratado con los ingleses que le recono-
cían al frente de un país independiente, pero que de hecho no podía sobre-
vivir sin la ayuda financiera y militar británica. Un general inglés, Sir
Jonh Bagot Glubb, fue nombrado al frente del ejército conocido como
Legión Árabe.
En la Arabia profunda, la de los Santos Lugares, el Jerife Hussein
pretendió ser reconocido como Rey de los árabes, enfrentándose a la opo-
sición franco británica y especialmente de un rival interno, el Wahabí Abd
al Aziz al Saud, señor de Nayef, apoyado por el movimiento reformista
Muwahidun. Aunque el Jerife Hussein ostentaba el título de emir de La
Meca no fue suficiente para restaurar el califato en torno a su persona. Los
Saud lo acusaron de colaboracionismo con los turcos primero y con los
europeos después, equivaliendo esto último a herejía en el pensamiento
Wahabí. Ante la falta de respaldo Hussein abdicó en 1924 dejando el
terreno libre para que la dinastía Saud proclamara una nueva Arabia con
su nombre en 1932, practicando un gobierno autocrático y patriarcal,
mezclado con las tradiciones religiosas. A diferencia de sus vecinos del
Creciente Fértil, el Estado saudí no fue producto de intereses y aspiracio-
nes externas, sino que de un movimiento local apoyado en la tradición
tribal, pero particularmente en la doctrina rigorista y aglutinadora Wahabí,
que de paso confirió legitimidad a la dinastía. La organización institucional
del reinó saudí se basó en las fuentes canónicas de la Sharía: la tradición
musulmana basamental y el Corán.
Sometido el nuevo estado a duras condiciones económicas, la situación
cambió notablemente cuando en 1939 se encontró crudo en grandes canti-
dades. El Estado beduino dirigido por una doctrina radical islámica pasó
a constituirse en uno de los reinos más ricos de la región a partir de la
segunda mitad del siglo
XX
. Sin embargo, dicho Estado conserva la mis-
ma dirección actualmente que en la década del treinta del siglo pasado, un
1...,64,65,66,67,68,69,70,71,72,73 75,76,77,78,79,80,81,82,83,84,...250
Powered by FlippingBook