Oriente medio : una eterna encrucijada - page 77

Oriente medio: una eterna encrucijada
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Otra vez las esperanzas de los palestinos se frustraron, porque el Foreign
Office insistió que Palestina no estaba incluida en el tratado. No obstante,
el Gobierno británico ofreció dos opciones distintas. Una de ellas era in-
cluir Palestina dentro del tratado, pero condicionado a que el Jerife Hussein
aceptara la Declaración Balfour. A la vez, los británicos harían una inter-
pretación de la declaración destinada a afirmar que esta no estaba desti-
nada a la creación de un Estado judío. La otra alternativa fue que no se
discutiría más sobre Palestina, porque existiría unidad entre Irak,
Transjordania y el Hejaz. Las negociaciones terminaron abruptamente
porque el Jerife Hussein abdicó a favor de su hijo mayor Alí, debido a que
tuvo que abandonar La Meca, porque esta ciudad fue ocupada, junto a
Ta’if, por los Wahabíes.
LosWahabíes
Mientras tanto, parte de la península arábiga, especialmente la región
central del Nejd, se encontraba habitada por diversas tribus cuya práctica
religiosa era el wahabismo. Entre estas tribus estaban los sauditas, cuyo
Emir, Abdul Aziz Ibn Saud los gobernaba desde 1905. Ibn Saud había
heredado las enseñanzas de Mohammed Ibn Abdul Wahhab, un religioso
del siglo
XVIII
, quien había formado una alianza en 1745 con la familia
de los Saud, vinculación que se había fortalecido –con el paso del tiempo–
con diversos matrimonios entre estas dos familias. Los Wahabíes, como
les llamaban sus adversarios, eran severos reformistas cuyo objetivo era
depurar al Islam de todo elemento ajeno al Corán y los hadices del profe-
ta. A fines de 1912, hubo un resurgimiento de este movimiento religioso,
cuyos seguidores comenzaron a vender sus caballos, camellos y otras po-
sesiones para establecerse en comunidades sobre la base de cooperativas
agrícolas que les permitiera vivir en estricto rigor su vida religiosa. Este
movimiento pasó a conocerse como Ikhwan, la Hermandad. Ibn Saud de
inmediato se puso a la cabeza de este movimiento, logrando reunir un
numeroso ejército de beduinos. En la Hermandad, la autonomía de cada
uno de los jeques y las diferencias entre las tribus tendieron a desaparecer
en la medida que la autoridad de Iban Saud crecía. Abdul Aziz Ibn Saud
pasó a ser una autoridad en el Nejd y el poder que acumuló le permitió, en
1915, firmar un tratado de amistad con los británicos.
Ibn Saud tenía dos rivales, la familia de los Hachemitas en el Hejaz y
la familia de los Rashid en la región montañosa de Asir. Durante la guerra
contra los otomanos, Londres y el Arab Bureau en El Cairo, habían apo-
yado a los Rashid, mientras que el virreinato británico en la India respal-
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