Oriente medio : una eterna encrucijada - page 72

Gilberto Aranda y Luis Palma
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Egipto pasó a ser fuente de turbulencias en contra del poder británico.
Londres reaccionó proclamando tempranamente el fin del protectorado
británico sobre el país del Nilo, concediendo a Egipto su independencia
nominal en 1922. El Jedive Fuad fue reconocido como monarca. Sin em-
bargo, el alto comisionado británico no se retiró de Egipto. Mediante el
tratado de 1936 Londres garantizó la presencia de diez mil efectivos asen-
tados en la zona del Canal de Suez, Alejandría y Port Said. En consecuen-
cia, Gran Bretaña continuó dirigiendo los asuntos egipcios al reservarse
materias cruciales: la defensa del país contra las potencias extranjeras, la
seguridad de las comunicaciones del Imperio Británico en Egipto, la pro-
tección de los extranjeros y el Sudán. La ruptura definitiva con Inglaterra
solo tuvo lugar con la guerra de Palestina que culminó con la emergencia
del Estado israelí. Durante el período liberal, el rey compartió formal-
mente el poder con un Parlamento, controlado por el partido nacionalista
liberal Wafd, que ganó siete de diez comicios legislativos practicados en-
tre 1923 y 1952. Sin embargo, el rey apeló a su facultad de disolver el
Parlamento para evitar un cogobierno con el Wafd.
En el caso del Oriente Medio, fueron erigidos Estados que no corres-
pondían exactamente al concepto de Estado nación de Occidente. Los bri-
tánicos persiguieron el objetivo de controlar los accesos a los Santos Luga-
res del Islam (ubicados en Arabia Saudí), a los campos petrolíferos Iraquíes
y preservar la ruta a la India. Para conseguir dichas metas era prioritario
asegurar el dominio sobre Palestina y la Mesopotamia, sacrificando Siria
y El Líbano, que fue ocupado por las tropas francesas al mando del gene-
ral Henri Gouraud.
Previamente el jerife de los Santos Lugares Feisal había convocado a
un Congreso Nacional Sirio en junio de 1919 que determinó: «que la inde-
pendencia del territorio del Creciente Fértil, con Feisal como monarca
constitucional; en segundo lugar, se rechazaba toda pretensión francesa
sobre la zona, y en tercero se decidía que si las potencias insistían en
imponer un mandato, aceptarían el de Inglaterra o de los Estados Unidos,
pero nunca el de Francia
»
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. Los intereses británicos desalentaron dicha
posición.
En Siria se estableció un protectorado francés en 1920 que fue reproba-
do por la población y repelido por una guerrilla que atacó a las tropas
galas al mando del General Weygand. El congreso sirio proclamó monar-
ca a Feisal quien dirigió las acciones en contra de los franceses quienes
entraron finalmente en Damasco. París respondió con una política de di-
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Grunebaun, G. E. Von,
El Islam. II. Desde la caída de Constantinopla hasta
nuestros días
, México, Siglo XXI Editores, 1975.
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