Oriente medio : una eterna encrucijada - page 70

Gilberto Aranda y Luis Palma
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diata solución y, en parte, a dar cumplimiento a sus compromisos contraí-
dos con el Jerife Hussein. Feisal se había instalado en Damasco como rey
de los árabes, pero los franceses lo expulsaron dejándolo sin reino. Su
hermano, Abdullah formó un ejército que se dirigiría a Damasco para
enfrentar a los franceses y recuperar lo prometido. Francia entonces solici-
tó la intervención de los británicos, quienes mantenían una mejor relación
con la familia Hachemita. Ante estos hechos, Londres resolvió entregarle
a Feisal la Mesopotamia, hoy Irak, imponiendo un monarca sunita entre
la población musulmana, mayoritariamente, shií. Mientras que Abdullah,
como se había establecido con sus tropas en Amman, se decidió otorgarle
parte del territorio del mandato de Palestina que quedaba al este del río
Jordán, la Transjordania. Por su parte, los franceses para ejercer de un
modo mejor su control en los territorios que habían adquirido bajo el
mandato de la Sociedad de las Naciones, arbitrariamente decidieron sepa-
rar la zona de la costa y alrededores del monte del Líbano, donde habita-
ban los cristianos maronitas. Desde el siglo
XIX
, Francia había cultivado
una relación cultural con los cristianos de esa zona, por ello en 1920París
decidió separar El Líbano del resto del mandato de Siria, con el objeto de
administrarlo independientemente bajo un gobernador de origen cristiano
con sede en Beirut. De esta forma, los franceses con el apoyo de los
maronitas, obtenían un respaldo para continuar ejerciendo su mandato en
el resto del territorio donde se encontraba la población árabe.
Emergencia de los Estados árabes
La emergencia de los Estados árabes del Oriente Medio y Egipto estu-
vo unida al proceso de colapso del Imperio Otomano. Los dirigentes del
califato conocidos como los Jóvenes Turcos quedaron desacreditados por
la derrota del 4 de octubre de 1918. La ocupación del centro de gravedad
de los territorios imperiales por los aliados y la propia capital de Estambul
significaba el fin de la organización política que había penetrado Europa
seis centurias antes. Solo la resistencia del general Mustafá Kemal dio una
oportunidad a las alicaídas estructuras imperiales, aunque no evitó las
duras condiciones impuestas por las potencias vencedoras en la Paz de
París, particularmente las consecuencias desarticuladoras del tratado de
Sèvres del 10 de agosto de 1920. Mediante un proceso que combinó las
acciones militares con la adopción de ciertas fórmulas políticas, Mustafá
Kemal rechazó a los ejércitos extranjeros, negoció la salida de lo aliados
de Anatolia y logró firmar un nuevo tratado, Lausana en 1923, que en la
práctica significó la renuncia a los territorios no turcos. Posteriormente, el
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