Oriente medio : una eterna encrucijada - page 63

Oriente medio: una eterna encrucijada
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lugar tan desfavorable como las playas de Gallípoli, esta-
rían bajo observación y bajo el fuego de fusilería de las coli-
nas; y estas colinas de granito, con alturas sobre los mil pies,
eran impracticables para las tropas: cruzarlas sería un largo
desfile con un alto costo para cubrirse o asaltarlas. En mi
opinión, Aqaba, cuya importancia era tal y más como él
(coronel Brémond) decía, lo mejor sería tomarla con las fuer-
zas irregulares árabes descendiendo desde el interior sin ayu-
da naval
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.
Allenby tomó Jerusalén el 9 de diciembre de 1917 y, probablemente,
por respeto a los Santos Lugares, ingresó a la ciudad caminando en vez de
hacerlo en coche o montado en su caballo. Pero su avance hacia el norte
fue detenido por el severo invierno y por la fuerte resistencia opuesta por
fuerzas germano-turcas que comandaba el general Liman von Sanders,
quien había reagrupado las unidades que habían quedado liberadas des-
pués de la retirada de Rusia de la guerra como consecuencia de la revolu-
ción bolchevique de octubre de ese año. En septiembre de 1918, Allenby
lanzó una ofensiva definitiva contra los turcos en Siria, logrando capturar
Damasco el 1 de octubre de ese año. Sin embargo, Thomas Edward
Lawrence obtuvo la autorización para que las fuerzas árabes de Feisal
hicieran ingreso triunfal en la ciudad e instalaran su propio gobernador.
Los turcos se retiraron hacia Aleppo, pero esta ciudad cayó en manos de
los aliados el 26 de octubre y, solo dos días después, el Imperio Otomano
abandonó la lucha y firmó el armisticio en Mudros.
De esta empresa conjunta –británicos y árabes–, solo uno de los propó-
sitos se pudo cumplir, la derrota de los turcos en el Oriente Medio, porque
la rendición del Imperio Otomano únicamente se produjo con la derrota
de los alemanes en noviembre de 1918. Mientras que para el Jerife Hussein
y sus hijos Feisal y Abdullah, los que tuvieron una mayor participación
política en las negociaciones, vieron con estupor y frustración que, al tér-
mino de la guerra las promesas ofrecidas no se cumplieron y, aún más, sus
aliados se habían repartido en zonas de influencia sus territorios. Una vez
más Occidente agredía el orgullo de los árabes.
Para Feisal, las fuerzas árabes, el Jerife Hussein y, para el propio
Lawrence, los días que continuaron a los festejos de la ocupación de Da-
masco no fueron felices. La inquietud que había planteado la Declaración
Balfour, casi un año atrás y la gran duda que produjo la confesión que le
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Lawrence, Thomas Edward,
Seven Pillar of Wisdom
, London, Book Club
Associates
, 1974, p. 173.
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