Oriente medio : una eterna encrucijada - page 58

Gilberto Aranda y Luis Palma
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Las negociaciones Sykes-Picot
El interés de Gran Bretaña de iniciar la ofensiva contra los turcos en
Palestina y Siria, exigía consultar a Francia, porque trasladar unidades
militares del frente occidental requería la autorización de los franceses y,
hacer promesas a los árabes sobre territorios sirios, también urgía obtener
una opinión de París, ya que los franceses –desde tiempo atrás– habían
manifestado cierto interés en dichos territorios. Por ello, en noviembre de
1915, en Londres se iniciaron las consultas entre británicos y franceses.
Por el lado británico las conducía Sir Arthur Nicolson y los franceses
enviaron a François Georges Picot, pero al regreso de Sir Mark Sykes de
sus viajes a India y al Oriente Medio, este último tomó, por parte de los
británicos, la conducción de las negociaciones.
Los franceses dieron a conocer el deseo de ocupar Siria porque allí
podrían obtener recursos naturales, pero las instrucciones de Picot eran
establecer oficialmente el interés de Francia de gobernar las regiones costeras
del Líbano y, ejercer una influencia en el resto de Siria por medio de los
acuerdos que lograran con los jefes tribales árabes. Como estrategia de
negociación, Picot inició las conversaciones intentando hacer creer a los
británicos que los franceses deseaban gobernar Siria, pero que estarían
dispuestos a ceder parte de sus pretensiones, a cambio que se les otorgaran
otras concesiones, como extender su zona de influencia hasta Mosul. Por
su parte, Kitchener y Sykes estaban dispuestos a reconocerles a los france-
ses el control en la costa del Líbano hasta el sur de Alexandretta y conce-
derles los territorios adyacentes a la zona de influencia rusa que se exten-
día por el norte lo que hoy es Irak e Irán. Este elemento de negociación
británico era un secreto que respondía a una apreciación político-estraté-
gica que aspiraba a proteger sus intereses en el Oriente Medio de la ame-
naza de los rusos. Al entregarles a los franceses estos territorios, incluyen-
do Mosul, lugar en el cual ya se sabía que existía petróleo, los británicos
contarían con un «escudo» frente a las intenciones de San Petersburgo por
llegar al Golfo Pérsico.
Los británicos deseaban obtener la conformidad de parte de los france-
ses para iniciar su ofensiva desde Egipto y Kitchener persistía en su interés
en Alexandretta para desembarcar tropas y atacar de manera más directa
a los turcos. Sykes había recibido un informe del Arab Bureau indicándole
las ciudades sirias que se estaban negociando con el Jerife Hussein y, al
mismo tiempo, en el gobierno británico existía la determinación que des-
pués que finalizara la guerra ninguna otra potencia se interpusiera en el
camino hacia la India.
Ante la insinuación que los árabes reclamaban El Líbano y Siria, Picot
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