Oriente medio : una eterna encrucijada - page 80

Gilberto Aranda y Luis Palma
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tos», pared que los judíos consideran como el último vestigio del Templo
de Salomón, pero que simultáneamente forma parte de la base de la expla-
nada donde se encuentran las mezquitas del Aqsa y del Domo de la Roca
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.
Los musulmanes sostienen que en el «Muro de los Lamentos» está la puer-
ta por donde el Profeta (Mahoma) fue llevado a los cielos por la mítica
criatura Buraq, por lo tanto este sitio tiene una gran significado para am-
bas religiones. En ese entonces el «Muro de los Lamentos» estaba rodeado
por el barrio marroquí, donde el dueño de gran parte de esta propiedad
era la fundación religiosa «Waqf Abu Middayn», permitiéndoles a los ju-
díos pasar hasta el «muro» y practicar sus ritos y rezar sus oraciones. Poste-
riormente, los judíos colocaron un velo cerca del «muro» para separar a las
mujeres. Los palestinos protestaron ante la autoridad británica, porque de
acuerdo a la ley que imperaba estaba prohibido –en los sitios santos– instalar
o levantar elementos que alteraran estos lugares. Los británicos obligaron a
los judíos a retirar este velo, provocando fuertes reacciones. La comunidad
judía acusó a las autoridades británicas de negarles su libertad religiosa y de
estar coludidas con los árabes para prohibir las prácticas de su credo.
La violencia que se había originado en Jerusalén se propagó por toda
Palestina, los británicos para controlar los disturbios tuvieron que traer
tropas desde Egipto y Malta. El 1 de noviembre de ese año, en Jerusalén se
celebró una Conferencia General Musulmana que la lideró Hajj Amin al
Hussein, en dicha reunión se decidió exigir que la integridad de los santos
lugares musulmanes debería ser protegida de cualquier agresión.
El Mufti había comenzado a activar un sentimiento antijudío que se
había expresado en los disturbios de agosto de 1929, donde 133 judíos
murieron. Mientras tanto, en Alemania, con la llegada de Hitler al poder,
en enero de 1933, la represión y sistemática persecución antisemita se
acentuó, creándose por lo tanto, una mayor demanda por parte de la Agen-
cia Judía para que los judíos emigraran a Palestina. En 1935, sesenta mil
judíos llegaron a Palestina. Para los árabes estos hechos confirmaron sus
temores que «británicos y sionistas estaban conspirando para reducirlos a
ellos a una minoría en su propio territorio».
Estas aprensiones, más la desconfianza que existía por ambas comuni-
dades –judía y palestina– frente a las decisiones de la autoridad británica,
sumado al odio que fomentaban algunos líderes, generaban las condicio-
nes para una permanente inestabilidad política e intranquilidad social
imperaran en ese territorio.
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Estos sitios –el Muro de los Lamentos y las mezquitas árabes– junto a los
lugares santos del cristianismo se encuentran todos muy cerca dentro del perí-
metro de la ciudad antigua de Jerusalén.
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