Oriente medio : una eterna encrucijada - page 78

Gilberto Aranda y Luis Palma
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daba a los Sauditas. Los datos de inteligencia que elaboraba la Agencia
británica en Egipto sobre las capacidades y potencialidades de la familia
de los Saud, señalaban que serían incapaces de someter al resto de las
demás tribus y familias, pero los hechos demostraron lo contrario.
El Jerife Hussein observaba con temor el crecimiento de la fuerza de los
Wahabíes, ya que él era un ortodoxo sunita y era el único serio rival de Ibn
Saud, que dominaba la región del Hejaz y los santos lugares del Islam. Por
ello, IbnSaud, desde suascensoal poder luchó contra la familiade los hachemitas
para convertirlos al wahabismo e incorporar el Hejaz a sus dominios.
Al finalizar la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña resolvió poner
término a los subsidios que otorgaba al Jerife Hussein y al Emir Ibn Saud,
situación por la cual perdió el grado de influencia y control que tenía
sobre estos dos líderes, razón que le impidió –más tarde– evitar la guerra
que se desató entre ellos. Ya a fines del año 1921, Ibn Saud había derrota-
do a los Rashid. Ante el temor que las fuerzas de Ibn Saud se expandieran
por el resto de la región, en 1922 Londres llegó a un acuerdo con los
sauditas, mediante el cual se fijaron las fronteras de Kuwait y de Irak.
Cuando el Jerife Hussein perdió todas las esperanzas de lograr lo que
él esperaba de los británicos, llevó a cabo algunas acciones que resultaron
desfavorables para sus propósitos. Para demostrar su autoridad realizó
una visita de Estado a Aqaba donde fue recibido con los honores corres-
pondientes por su hijo Abdullah, quien era el nuevo Emir de Transjordania.
A continuación, cuando Mustafá Kemal, el nuevo líder de la República
turca había abolido la institución del califato islámico, Hussein –en mar-
zo de 1924– se autoproclamó con el título de «Príncipe de la Fe y Sucesor
del Profeta». Durante la guerra contra el Imperio Otomano, los británicos
habían apoyado la idea que se restaurara el califato árabe, ello para con-
trarrestar cualquiera influencia religiosa de los turcos sobre los árabes o
los musulmanes que se encontraban en sus dominios en el subcontinente
indio. Pero desaparecida la amenaza desde Estambul, ya no existía tal
interés por parte de Londres.
En el mundo musulmán, aparte de algunos leales hachemistas en Pa-
lestina y en Siria, la declaración del Jerife Hussein provocó distintas reac-
ciones que fueron desde la indiferencia hasta la irritación de ciertos grupos
tribales. Entre estos últimos, se contaban los Wahabíes con Ibn Saud a la
cabeza, quienes ya sin la tutela de los británicos, decidieron terminar con
el reino Hachemita del Jerife Hussein y conquistar el Hejaz. En septiem-
bre de 1924 los Wahabíes tomaron Ta’if, razón por la cual Hussein se vio
obligado –el 5 de octubre– a abdicar a favor de su hijo Alí. En julio de
1925, los británicos ayudaron a Hussein salir de Arabia, estableciéndose
en Chipre, mientras que su hijo Alí abdicó en diciembre de ese año. Ibn
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