monetarias mundiales (...) los beneficiarios de ese aumento de reservas generadas "ex nihilo" fueron precisamente los
países que lideran el proceso de transnacionalización, sobre todo los Estados Unidos (...) Si los limitamos a observar los
50 mayores establecimientos bancarios del mundo entre 1971 y 1976, la red de filiales vinculadas a ellos aumentó en un
más de mil unidades, o sea más del 60 por ciento (...) La existencia de una considerable masa de liquidez, fuera del
control de los Bancos Centrales, no sólo crea condiciones para que las empresas transnacionales refuercen su autonomía,
sino que constituye también un factor desestabilizador de los sistemas monetarios nacionales (...) Los centros nacionales
de decisión quedaron prácticamente incapacitados para utilizar los instrumentos tradicionales de política monetaria,
cambiaria y fiscal, debido al proceso de integración de amplios segmentos del aparato productivo en estructuras dirigidas
desde el exterior, y principalmente a causa de la internacionalización de los circuitos monetarios y financieros.
El
endeudamiento externo
desordenado no es más que la consecuencia de esa pérdida de dominio del sistema económico,
además de ser un factor autónomo de realimentación del mencionado proceso de internacionalización"
78
.
La liquidez monetaria mundial aumentó en forma extraordinaria con el flujo de dólares de los países exportadores de
petróleo, beneficiados con el aumento de los precios del elemento energético fundamental del mundo contemporáneo. La
cuenta corriente de los países de la OPEP creció de 800.000 dólares en 1973 a 118.000 millones de dólares que dichos
países gastaron en importaciones de las zonas altamente industrializadas, llegaremos a la conclusión, por demás
paradójica, de que una importante franja de naciones dependientes retroalimentó la transnacionalización industrial y
bancaria.
La crisis de sobreproducción provocó un sobrante de capital que empezó a ser colocado en calidad de préstamo en los
países semicoloniales y hasta en el área no capitalista, como ocurrió particularmente en Hungría, Polonia y Yugoslavia.
En la base de la crisis estuvo la desaceleración económica iniciada en 1974 en los países imperialistas centrales, que
liberó excedentes monetarios invertidos anteriormente en el área productiva, fondos que las multinacionales canalizaron
a través de los bancos mundiales. La liquidez internacional en aumento desmedido condujo al otorgamiento masivo de
préstamos; las reservas mundiales se volcaron a los nuevos circuitos financieros, adquiriendo los flujos monetarios un
ritmo propio y relativamente autónomo. El mercado del aurodólar, que a principios de los años 80 hizo entrar en crisis al
marco y al franco, escapó al control de los bancos estatales, acelerándose la especulación financiera. Así se dieron
ganancias astronómicas por la diferencia cada vez más ancha en los cambios de monedas. Los bancos multinacionales
aumentaron sus préstamos a los países subdesarrollados, siguiendo el modelo de la escuela monetarista norteamericana.
El apogeo del flujo de capital-dinero, expresado en la oleada masiva de préstamos, se produjo en el quinquenio 1975-80,
con tasas de interés que subieron del 2% en 1970 al 6% en 1980, llegando en algunos casos al 10%.
A principios de 1984, la deuda mundial ascendía a 5.000.000.000.000 de dólares, de los cuales 600.000.000.000
correspondían al llamado "Tercer mundo" y 100.000.000.000 a los países del Este europeo. El resto, es decir, el 86% de
la deuda, pertenecía en ese año a los países altamente industrializados, razón por la cual la deuda del "tercer mundo" es
indisociable de la de las naciones imperialistas. Por consiguiente, sostiene Mandel, "la deuda del tercer mundo, que
provoca tantos comentarios desagradables en los medios bancarios, no es más que una modesta parte de la masa mundial
de deudas"
79
ya que la deuda pública de Estados Unidos a fines de 1985 era de 2.000.000.000.000 de dólares; la de las
empresas y otros negocios de ese país, más del doble de esa cifra; la deuda de otros países capitalistas ascendía a
700.000.000.000 dólares.
En este mismo artículo, Mandel afirmaba: "las deudas de las empresas permiten reducir momentáneamente la diferencia
entre el ritmo de acumulación de capital y el ritmo del aumento de las ganancias. Ellas permiten, pues, atenuar en lo
78
Celso Furtado: La nueva dependencia. Deuda Externa y
Monetarismo. Centro Editor de Améric aLatina, Buenos Aires, 1985,
p. 74,75,77 y 85.
79
Ernest Mandel: "La dinamique infernale de la spirale de
l'endettement", en Revista IMPRECOR, País, 14 abril de 1986.
1...,28,29,30,31,32,33,34,35,36,37 39,40,41,42,43,44,45,46,47,48,...53