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Historia de la ética en investigación con seres humanos
de numerosas investigaciones. De alguna
manera, comienza a surgir el conflicto
entre el deseo del médico de investigar y
el respeto por la voluntad del paciente.
A comienzos del siglo XX se produce un
giro de ciento ochenta grados en esta cos-
movisión. A la inversa de lo ocurrido en
el período anterior, ahora nada puede ser
denominado clínico si primero no ha sido
validado. Por lo tanto, la investigación clí-
nica en seres humanos (proceso de valida-
ción) tiene que ser
per se
y no
per accidens
.
Este nuevo paradigma ha llevado a un pro-
fundo cambio epistemológico. La crisis del
conocimiento empírico muestra que no
hay leyes universales y necesarias por esta
vía. Desde el Círculo de Viena se abando-
na el inductivismo ingenuo y comienza a
defenderse un inductivismo crítico que
afirma que las leyes científicas son sólo
probables. Más tarde, Popper dirá que las
hipótesis no pueden ser verificadas sino
falsadas, inaugurándose el falsacionismo.
La provisionalidad del conocimiento cien-
tífico, puesta en evidencia por estas co-
rrientes epistemológicas, obliga a revisar
constantemente las teorías.
En esta etapa se vuelve esencial la necesi-
dad de controlar el conocimiento fortui-
to. La ciencia se vislumbra como un saber
capaz de intervenir y predecir fenómenos.
El campo de la salud no es ajeno a este
desideratum
y, para que el control sea efec-
tivo, todo lo que se pretende aplicar en la
clínica ha de resistir previamente el con-
texto de justificación. De esta forma se
pasa del experimento casual, típico del
período anterior, al diseño experimental.
Esta nueva metodología de investigación
privilegia los estudios experimentales so-
bre los observacionales, los prospectivos
sobre los retrospectivos, los que poseen un
grupo control sobre los que trabajan sólo
con un grupo activo, los aleatorios sobre
los no randomizados, entre otros cambios.
Si toda la historia de la medicina descan-
só en la beneficencia, ahora la apuesta es
por la autonomía y ella tiende a enmasca-
rar a la primera. Se exige el permiso del
sujeto para llevar a cabo prácticas investi-
gativas, pero esta autorización es conside-
rada condición suficiente para su ejecu-
ción. El potencial daño sobre el sujeto de
investigación no es tenido en cuenta y
hasta se justifica el daño producido a unos
pocos en pos del avance de la ciencia y el
beneficio de la humanidad. Con esta ideo-
logía los abusos no tardan en producirse.
Los horrores cometidos durante el perio-
do nazi en Alemania (conocido como el
Holocausto) incluyen muchas actividades
realizadas directamente por médicos: ba-
sándose en ideas de higiene racial, la ins-
tauración de programas de eutanasia in-
voluntaria (debería decirse homicidio) en
vidas consideradas no valiosas
(2)
; ideas eu-
genésicas y racistas, exclusión de médicos
judíos de la práctica médica, esterilización
forzada, exterminio masivo, experimentos
sin consentimiento
(3)
; la evaluación del
estrés sobre el ciclo menstrual (sometien-
do a mujeres al estrés de su propia ejecu-
ción y, luego de ello, la remoción y el es-
tudio de los órganos pélvicos)
(4)
; la
explotación del terror nazi para obtener
cuerpos para institutos de anatomía e in-
cluso ilustraciones de textos
(5)
, etc.
Sin embargo, había sido Alemania, paradó-
jicamente, la primera nación en regular la
investigación con sujetos humanos con su
ley de 1931. Después del Holocausto, el jui-
cio para los médicos que participaron en ta-
les actos fue como a criminales de guerra;
aunque intentaron defenderse con argumen-
tos tales como que se trataba de investiga-
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