32 Investigación en Salud. Dimensión Ética
interés, engaño, mala intención, entre otros
factores. La medicina basada en la eviden-
cia demanda que los médicos se guíen en
lo posible por certidumbres de alta calidad
científica. Se puede encontrar su origen en
el médico inglés Thomas Beddoer (1760-
1808), quien criticó que, en la práctica
médica de su tiempo, se tomaran decisio-
nes sin evidencia científica: la medicina era
una práctica secreta e inmutable en la que
no se informaba de estadísticas.
En el siglo XX surgió la industria de la
publicación de casos y observaciones de
médicos, a menudo en revistas ligadas a
sociedades profesionales. Pero no fue sino
hasta la mitad de ese siglo que evolucionó
la herramienta del ensayo clínico aleatori-
zado: estándar de oro para generar la in-
formación que convertimos en evidencia.
Sin embargo, no se contaba con un siste-
ma de acreditación y difusión amplia de
esta información. Se requería realizar sín-
tesis y comunicar la información para que
estuviera disponible, pero esa no era una
tarea fácil. Ello dio lugar a la realización
de revisiones –por ejemplo las efectuadas
por Archie Cochrane–, es decir, resúme-
nes críticos, por especialidad y subespe-
cialidad, de todos los ensayos controlados
aleatorizados relevantes.
La evaluación del progreso médico debe
ser tanto tecnológica como teorética. En
este sentido, un metaanálisis combina di-
versas fuentes –como los ensayos clínicos,
los estudios observacionales y los registros
médicos individuales de pacientes– en un
esfuerzo por incorporar lo social y lo cien-
tífico. A veces, empero, se encuentran da-
tos irreconciliables; se necesita alguna for-
ma de juzgar la verdad contenida y la
importancia de las afirmaciones científi-
cas y no siempre se consigue. Cualquier
investigador, evaluador o editor es suscep-
tible de un amplio número de errores que
ocurren entre los resultados científicos y
su recepción por los médicos.
Toda ciencia que se base en la literatura
científica debe tener claro que hay fallas e
incertidumbres. Mucha de la literatura
científica no cumple su función más pro-
pia: informar y comunicar resultados re-
levantes. La sobrepublicación daña a las
personas en cuyo nombre la investigación
se lleva a cabo. Hay que tener en cuenta
que escribir artículos es una parte impor-
tante del currículo de los investigadores y
sirve para conseguir
grants
y respeto entre
los colegas. Una forma de mantenerse al
día es leyendo buenos artículos de revi-
sión que sintetizan la información, la co-
mentan y apuntan a lo que es relevante.
Nadie discute que las decisiones médicas
deben estar basadas en la mejor evidencia
disponible, lo que se discute es la manera
más adecuada de obtenerla.
Las revisiones deben ser sistemáticas para
eliminar sesgos y subjetividad o para se-
parar lo que tiene poco valor de lo que sí
lo tiene. Una revisión metódica debería:
1. Reducir grandes cantidades de infor-
mación a algo manejable, sin perder
datos relevantes.
2. Integrar “aspectos críticos” de informa-
ción para hacerlos sobresalir y llamar
la atención de un amplio rango de in-
vestigadores, analistas y personas que
usan la información.
3. Ser eficiente: la continua actualización
puede acortar el tiempo entre los des-
cubrimientos de la investigación mé-
dica y la implementación clínica de
diagnósticos efectivos o estrategias de
tratamiento.
4. Demostrar o establecer la generalidad
de los estudios que se sintetizan.
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