primera vez en la historia humana, una verdadera división mundial del trabajo, un verdadero mercado mundial
universal
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Las exportaciones mundiales de mercancías aumentaron de 5 mil millones de dólares en 1867 a 20.000 en 1913 y a
34.000 millones en 1928. Las inversiones británicas de capital crecieron de 1000 millones de libras esterlinas en la
década de 1870 a 4.000 millones en 1914
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.
Este proceso de internacionalización del capital incrementó la injerencia del Estado en la economía, dinámica que tuvo su
correlato político en el surgimiento de la concepción del Estado fuerte, particularmente en Alemania. La idea fue reforzar
el aparato militar para asegurar la expansión imperialista y disputar el control del mundo colonial, de las materias primas
y de la mano de obra barata. El nacionalismo y el militarismo apuntalaron la lucha entre las potencias rivales por el
dominio el mercado mundial.
La "belle époque" llevaba en su seno profundas contradicciones y rivalidades interimperialistas que condujeron a la
Primera Guerra Mundial. De la guerra surgió la revolución, llevando al triunfo a los obreros y campesinos rusos que
forjaron el primer Estado no-capitalista de la historia.
La burguesía trató de reacomodar su ideología para enfrentar esa coyuntura crucial. Surgieron así proyectos que iban de
un positivismo renovado aun irracionalismo aberrante, del cual surgió el fascismo, que implantó primero Mussolini
pisando la década del 20.
La filosofía recobró vuelo con los neokantianos, saliendo del cerco que le había tendido el positivismo ramplón.
Windelband, Rickert y otros pudieron volver a filosofar ante la crisis de los partidarios de Comte, cuya idea del progreso
indefinido se había esfumado abruptamente con el estallido de la Primera Guerra Mundial.
En esta fase imperialista se reactualizaron las ideas de Gobineau sobre el "racismo", como una forma de racionalizar una
ideología que permitiera justificar el dominio colonial, aunque no fue más que dentro de los estrechos límites de la falsa
conciencia.
La crisis se proyectó al campo de las artes. Los modelos neoclásicos y el formalismo se desintegraron, siendo
cuestionados por un nuevo tipo de pintura y literatura: el cubismo y el surrealismo. Picasso y Breton se convirtieron en
los parteros de un arte que prefiguraba un futuro que Beltold Brecht puso de relieve en su teatro revolucionario. Freud
desgarró el velo de los tabúes y de los más recóndito de la personalidad, descubriendo lo que estaba detrás del
subconsciente humano.
A la crisis de la ideología burguesa pronto se sumó la bancarrota mundial de 1929, que cerró un ciclo capitalista y obligó
al Estado burgués a reajustar su estrategia.
El cambio cualitativo de la dependencia en América Latina
Desde la época colonial América Latina quedó incorporada al mercado internacional, en la era imperialista no sólo formó
parte de ese mercado sino también del proceso productivo mundial. Desde 1880, aproximadamente, no puede entenderse
nuestra historia y la del propio sistema capitalista mundial si no se analiza como una totalidad, en la que el fenómeno de
acumulación constituye un solo proceso interrelacionado a escala mundial. A partir de entonces, la economía se hizo
mundial, o mejor dicho: "el proceso productivo se hizo mundial", porque en cuanto a mercado ya lo era desde hacía
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Ernest Mandel: op. cit., Tomo II, p. 81.
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A. Gunder Frank: Acumulación dependiente y subdesaroollo.
Ed. ERA, México, 1979, p. 193.
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