concentración masiva de obreros para la producción de mercancías en gran escala por medio de una maquinaria cada vez
más sofisticada y un complejo sistema de comunicaciones y de transporte para la distribución y circulación, con el fin de
lograr una rápida realización de la plusvalía, única garantía para la reproducción y la rotación de capital. La tríada
industrialización, reforma agraria y mercado interno garantizó un desarrollo autosostenido.
Este proceso adquirió un renovado impulso con la ampliación del mercado externo, debido a la colonización de nuevas
áreas en Asia y Africa y de la fuerte penetración comercial y financiera en América Latina, que hicieron un "nuevo
aporte" a la acumulación originaria permanente del capitalismo por diversos conductos: compra de artículos
manufacturados, venta de materias primas a precios bajos, pago de fletes y compra de ferrocarriles, telégrafos y teléfonos.
Otra fuente de acumulación fue el beneficio que obtuvieron los bancos europeos de los préstamos y de la especulación
financiera.
La función central que cumplía - y que cumple- el
capital dinero
se relaciona con la necesidad de acelerar la rotación del
capital. La función de los bancos es precisamente captar toda suma "improductiva" de capital inmobiliario o
"desempleado". Movilizar y descentralizar el capital de la sociedad, atrayendo no sólo el dinero de la burguesía sino
también de las capas medias, transformándolo en capital-dinero suplementario. "El crédito de circulación tiene como
meta el realizar antes del pazo el valor de las mercancías producidas; el crédito de inversión tiene como meta el
incrementar el capital de una empresa. En ambos casos, la masa de plusvalía aumenta, ya sea por reducción del tiempo de
rotación, o bien por incremento de la masa de capital. Por tanto, el interés no es más que una fracción de la plusvalía
suplementaria obtenida por el préstamo del capital"
10
.
La tasa media de interés no está determinada por supuestas "cualidades intrínsecas" del dinero, sino que es reflejo del
funcionamiento del modo de producción capitalista, que permite capitalizar ese dinero a través del trabajo no retribuido a
los obreros. Obviamente, los economistas burgueses pontifican sobre la ganancia a la luz de la teoría del interés; pero esto
es ficticio por cuanto el empresario trabaja realmente no con la tasa de interés, sino con la tasa media de ganancia. En
rigor, el interés se fija de acuerdo con la masa de capital líquidos, los que en última instancia dependen del proceso de
reproducción ampliada del capital productivo.
El beneficio de las instituciones de crédito resulta de la diferencia entre la tasa de interés que pagan por el capital-dinero
depositado y la tasa de interés que perciben del dinero que prestan, además del cobro de comisiones, por corretajes por
colocación de acciones y, sobretodo, por especulación en las operaciones de cambio de moneda. El crédito acelera,
entonces, la rotación del capital, promueve la circulación de mercancías y morigera la tendencia a la baja de la tasa de
ganancia.
Durante el siglo XIX, los bancos respaldaron sus emisiones de billetes con plata y, fundamentalmente con oro. El oro
servía entonces como base metálica del papel moneda y como medio de pago internacional. Las fluctuaciones eran
desencadenadas por las oscilaciones del valor intrínseco del oro. Es sabido que la moneda no es una mercancía con valor
propio, sino que su cotización está determinada convencionalmente, fenómeno ya percibido por la Economía Política
"clásica" (Smith, Hume, etc.) y por los fisiócratas.
Estas apreciaciones en torno del crédito y la moneda tienen como finalidad explicar el significado que tuvieron los
empréstitos extranjeros contratados por los gobiernos en el siglo XIX y los objetivos que persiguieron los bancos
europeos al prestar capital-dinero.
De 1870 a 1890, el capitalismo sufrió varias crisis cíclicas (1866, 1873, 1889) y un descenso "de la tasa media de interés,
como consecuencia de la penuria de nuevos campos de inversión de capital"
11
Esta situación crítica puede explicar, en
gran parte, la razón por la cual aumentaron notoriamente los préstamos de la banca europea a los gobiernos
10
Ernest Mandel: Tratado de Economía Marxista. Tomo I. Ed.
ERA, México, 1969, p. 205.
11
Ibid., Tomo I, p. 208.
1,2,3,4,5,6,7 9,10,11,12,13,14,15,16,17,18,...53