CAPITULO IV
DE LA DICTADURA DE IBAÑEZ AL GOLPE MILITAR DE 1973
El contexto internacional
La crisis mundial de 1929 cortó abruptamente el proceso capitalista que venía desarrollándose desde la primera
revolución industrial. Una de sus manifestaciones había sido un mercado fluido, asentado en el patrón oro. La crisis del
29 cuestionó este modelo, expresándose en la contracción de la producción, el desempleo masivo y la disminución brusca
del comercio internacional. Ya no se trataba de una de las tantas crisis cíclicas decimonónica del sistema, sino de un
cambio cualitativo en el carácter de la crisis, que puso en cuestión el tipo de acumulación consolidado en los inicios de la
fase superior del capitalismo.
Las consecuencias de este terremoto económico grado 11 fueron el proteccionismo implantado por los países altamente
industrializados, los acuerdos bilaterales cerrados, la devaluación de las monedas, el abandono del patrón oro, la
implantación de rígidos controles de cambio y una mediatización de las anteriores formas multilaterales de intercambio.
Todas estas medidas -dice Aldo Ferrer- "tenían por finalidad desvincular los medios de pagos y el nivel de actividad
económica interno de las fluctuaciones del balance de pagos, posibilitando, la adopción de políticas monetarias y fiscales
compensatorias que permitiesen contrarrestar los efectos de la crisis. Las mayores trabas a las importaciones
disminuyeron aun más el comercio internacional, agudizando el impacto de la depresión mundial. El volumen físico de
las exportaciones mundiales cayó un 25% entre 1929 y 1933 y los precios en más del 30% (...) En 1938, último año
completo antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el volumen de las exportaciones era todavía 11% más bajo
que en 1929. No obstante el abandono del patrón oro por Inglaterra en septiembre de 1931, la consiguiente depreciación
de la libra y la devaluación del dólar (en más del 40% de su antiguo contenido oro) en enero de 1934, los precios
tampoco recuperaron los niveles anteriores a las crisis, y en 1938 estaban todavía un 20% por debajo de los
correspondientes a 1929"
50
.
Esta situación repercutió también seriamente sobre el mercado mundial del capital-dinero, ya que los países imperialistas
no sólo disminuyeron la exportación de capitales, sino que repatriaron capitales por valor de 1589 millones de dólares
durante 1931 y 1932. Se produjo así "el fin de una era de abundante e indiscriminada corriente de capitales
internacionales en forma de préstamos e inversiones directas, que con la sola interrupción de la Primera Guerra Mundial
duró varias décadas"
51
.
Efectivamente, el crack del 29 provocó una drástica reducción de los préstamos por la imposibilidad transitoria de
exportar capital de los centros imperialistas, preocupados de volcar sus reservas en las áreas productivas de sus propios
países con el fin de remontar la crisis más grave de la historia del capitalismo.
Las exportaciones latinoamericanas bajaron en cerca de la mitad entre 1929 y 1932, hecho que afectó el pago de los
servicios de la deuda externa. En muchos casos, hubo que agotar las reservas de oro y de divisas e implantar un severo
control de cambios.
Esta crisis favoreció, contradictoriamente, el proceso de industrialización por sustitución limitada de importaciones,
50
Aldo Ferrer: La economía argentina. Ed. FCE. México, 1963,
p. 154 y 155.
51
Naciones UNidas: "International Capital Movement During the
Interwar Period". New York, 1949.
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