CONSIDERACIONES
JENERALES
193
jindose
de
su
propia
autoridad
en
vengadores
de la
causa
de
Dios
i
de las buenas costumbres.
Toca
principalmente
a
la nacin
ofendida
la vindicacin
de
sus
derechos.
Aunque
la
guerra
no
puede
ser
por ambas par
tes
justa,
es
mui
posible
cpue ambas estn de buena
fe. I
como
un
estado
no
puede
erijirse
en
juez
de los
otros,
debe
con
siderar
las
armas
de
los dos
belijerantes
como
igualmente
justas,
a
lo menos por lo
tocante
a
los efectos
externos
i
hasta
que
la
controversia
se
decida. Tal
es
la
regla
jeneral
que
se
deriva de la
independencia
de
las naciones. Pero
esa
misma
independencia
da
a un
tercero
el
derecho de hacer
causa
comn
con
el
belijerante
que le
parece
tener
ele
su
parte
la
justicia,
as
como
da
a
cualquiera
de las
otras
naciones
el
derecho
de
declararse
contra esta
intervencin
i
resistirla
con
las
armas,
si la
considera
inicua.
El
soberano que
emprende
una
guerra
injusta,
comete
el
mas
grave,
el
mas
atroz
de los
crmenes,
i
se
hace
responsable
de
todos
los
males
i
horrores
consiguientes:
la sangre
derra
mada,
la desolacin
de las
familias,
las
rapias,
violencias,
devastaciones, incendios,
son
obra
suya.
l
es
reo
para
con
la
nacin
enemiga,
cuyos
ciudadanos
ataca,
oprime
i
mata
de
sapiadadamente;
reo
para
con su
propio
pueblo,
arrastrndolo
a
la
injusticia,
i
exponindolo,
sin
necesidad,
a
todo
jnero
de
peligros;
reo,
en
fin,
para
con
el
jnero
humano,
cuyo reposo
turba,
i
a
quien
da
ejemplo
tan
pernicioso.
El est
obligado
a
la
reparacin
de
todos
estos
daos;
pero por
desgracia
mu
chos de ellos
son
irreparables
por
su
naturaleza,
i el
resarci
miento
de
los
que
jiueden
repararse excede
mucho
a sus
fuerzas.
La restitucin de
las
conquistas,
de los
prisioneros
i
de
los efectos que
se
hallan
en
ser,
no
admite
dificultad,
cuan
do
se reconoce
la
injusticia
de
la
guerra.
La
nacin
en
cuerpo
i
los
particulares
deben
desprenderse
ele la
mal
habida
posesin
de
estos
bienes,
i restituirlos
a
los
dueos
antiguos.
Pero
los
jenerales,
oficiales
i
jente
de
guerra
no
estn obli
gados
en
conciencia
a
la
reparacin
de los daos que
han hecho
como
instrumentos
del
soberano,
sino
cuando
la
guerra
es
tan
palpablemente
inicua
que
no
se
puede
suponer
ninguna
secre-
DCHO.
INT.
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