Oriente medio : una eterna encrucijada - page 166

Gilberto Aranda y Luis Palma
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ria, dándose paso a una fase de normalización en el ejercicio del poder.
Para cuando murió el ayatollah Jomenei, una nueva división del poder
dejó al ayatollah Jamenei como Líder Supremo de la Revolución, asu-
miendo Hachemi Rafsanyani la presidencia del gobierno. La revolución
había atravesado sucesivas etapas que habían consolidado el carácter
confesional islámico de un nuevo régimen, y su liderazgo político en el
mundo shií, llegando a proyectarse como arquetipo organizacional para
grupos islamistas shiíes. Como resultado la función religiosa del clero shií
–que tanto temían antiguos ayatollahs como Boruyerdi en los cuarenta o
Shariatmadari en los setentas– se politizó, al decir de Olivier Roy:
Más que adaptar la política a la religión, colocando en el
poder a los grandes ayatollahs, lo que hizo la República
islámica de Irán fue, por el contrario, entregar la hegemonía
religiosa al personal político surgido de la revolución
147
.
Sin embargo las consecuencias de la revolución islámica se dejaron
sentir más allá de las fronteras iraníes. Una revolución que conjugó la
acción de masas iraníes, los comerciantes y el clero shií, liderada por el
anciano ayatollah exiliado en París, había logrado derribar al gobierno
del Shah. La revolución puso a Washington, acostumbrada a lidiar en la
lógica binaria de la Guerra Fría, por primera vez ante la llegada al poder
de un régimen islamista que impugnaba tanto el comunismo soviético
como el capitalismo estadounidense. El islamismo en el poder constituyó
un fenómeno completamente novel, cuya práctica empírica acudió a la
movilización en torno a un líder carismático dirigiendo a un clero y a las
masas de desheredados. El Ayatollah dispuso de una ideología compleja
empapada de un discurso islámico. El resultado fue el referido régimen
monista de enorme capacidad de movilización entre los creyentes
148
.
Lo anterior no cambió un hecho claro: aunque en el resto del Oriente
Medio y el Magreb la Revolución islamista iraní infundió un paradigma a
147
Roy, Olivier,
Genealogía del Islamismo,
Barcelona, Edicioines Bellaterra, 1996,
p. 46.
148
Por tratarse de un fenómeno de reciente aparición aún se discute acerca de la
nominación del régimen islamista. Aunque ciertos observadores occidentales se
refirieron a dicho gobierno como una teocracia, dicho orden remite a una expe-
riencia propia del mundo antiguo. Para algunos musulmanes se trata de una
Teo-democracia, en tanto concilia el gobierno directo de Dios con cierto princi-
pio de elección. La discusión sigue abierta por lo que habrá tomar el carácter
holísticos de tales regímenes y su corte religioso, sin embargo, en el intertanto se
acude a la propia denominación que dan sus protagonistas: Islamistas.
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