Oriente medio : una eterna encrucijada - page 160

Gilberto Aranda y Luis Palma
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neutralizar la influencia de los jefes tribales nuevamente buscó la colabo-
ración de los ulemas.
En el siglo
XIX
la región se conmovió por los apetitos expansionistas
de los imperios rusos y británicos que comenzaban a disputarse el control
de la zona. Ambos tenían intereses estratégicos en Persia por lo que com-
binaron políticas agresivas con tratados que permitieran ventajas econó-
micas para sus respectivas metrópolis. La apertura del mercado iraní a los
intereses económicos foráneos desató protestas populares. Cuando en 1890
el Shah concedió a los privados ingleses todos los derechos para producir,
vender y exportar todo el tabaco de Irán, el gran ayatollah Shirazi publicó
desde Irak una
fatwa
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prohibiendo el consumo de tabaco. Fue el punto de
partida para la formación de un movimiento popular dirigido por los ulemas
entre 1905 y 1911, y que se centro en las demandas por limitar los poderes
autocráticos del Shah mediante la constitución de un Parlamento. El ma-
yor triunfo de dicho movimiento fue la incorporación, según el suplemen-
to interpretativo de la Ley Fundamental de 1907, de un Comité de mullahs
al Parlamento (
maylis
), otorgándoles el poder de veto contra cualquier
legislación que se considerará contraria al Corán y los sagrados imames.
Aunque en la práctica no se aplicó dicho principio, de hecho el alto clero
nuevamente jugaba un papel protagónico en la política iraní.
Poco antes de la Primera Guerra Mundial, rusos y británicos ocuparon
sus respectivas zonas de influencia ahogando el primitivo movimiento
constitucionalista iraní. Dicha situación se profundizó con la referida confla-
gración, azuzando los ímpetus separatistas de las provincias de Juzistán, Gilán
y Jurasán. El dislocamiento del Estado Persa solo pudo ser revertido por la
unidad militar formada por oficiales cosacos rusos. Apoyado por los británi-
cos, el jefe militar Reza Mirza Khan, lideró un golpe de Estado (1921) que
terminó en el reemplazo de los Qayar por su propia dinastía Phalevi (1926).
El programa del nuevo Shah fue crear un estado burocrático moderno.
En 1935, el Shah ordenó a las cancillerías extranjeras prohibir el voca-
blo Persia con que tradicionalmente Occidente se refirió al país de los
Shah. En su lugar se exigió referirse al país con el nombre con que sus
habitantes lo designaron desde la Antigüedad: Irán. Se trataba de todo un
símbolo que sintetizaba la voluntad de la nueva dinastía Phalevi por com-
binar la modernización del país con las tradiciones más ancestrales. Sin
embargo, el cambio que a la postre significaría letal para la progenie
Phalevi fue el progresivo reemplazo de los ulemas por consejeros extranje-
ros, apéndice de una política internacional que se orientaba por el estable-
cimiento de alianzas con los poderes globales. Dentro de esta estrategia se
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Decreto religioso de observancia obligatoria para los creyentes. Solo los doc-
tores de la ley pueden emitirla.
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