Oriente medio : una eterna encrucijada - page 159

Oriente medio: una eterna encrucijada
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de la comunidad shií y de jerarquización del clero (Grandes ayatollahs o
«fuentes de imitación», ayatollahs, y simples mullahs).
Mientras tanto la dinastía Safaví se mantuvo languidecente hasta que
en 1722 una rebelión que explotó en los actuales territorios afganos –y que
en dicha época correspondían a la sección septentrional del Reino del
Shah de Persia– terminó por deponerla. Durante las siguientes décadas
clanes y tribus se disputaron el poder hasta que en 1794 un jefe de origen
turco, Fath Alí Shah, estableció a la dinastía Qayar. La nueva constela-
ción del poder renovó la alianza con el clero para legitimar su posición.
Sin embargo, los Qayar encontraron un alto clero reforzado en su po-
sición habida cuenta los dos siglos y medios de alianza con el poder polí-
tico safaví. Las vastas propiedades territoriales detentadas por los ulemas
y su influencia sin contrapeso entre la población, la cual recibía educación
mediante la institución religiosa, los constituyeron de hecho en los árbi-
tros que aseguraban la legitimidad ideológica de cualquier régimen. El
paso siguiente que dieron los ulemas fue ampliar su autonomía económica
respecto del poder político del Estado Persa mediante el pago a un repre-
sentante de los grandes ayatollahs de un impuesto equivalente a un quinto
anual por parte de cada creyente
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. Desde una posición de prestigio inal-
canzable ante la sociedad y autonomía económica los ulemas no estuvie-
ron dispuestos a hacer todas las concesiones que a la dinastía anterior. El
alto clero shií permitió que los nuevos gobernantes continuaran siendo
considerados representantes del duodécimo Imám oculto, aunque sin cua-
lidades de origen divino, dimensión que los ulemas se reservaron para
ellos mismos. Así la institución clerical shií persa pasó a ser un fuerte
contrapeso del Estado dirigido por los Shah
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.
Incluso a fines del siglo
XVIII
, un jurista shií, Yafar Kashif al Ghita,
llegó a proponer que la custodia de la tradición religiosa de los ayatollahs,
incluía una función política de gobierno. Aunque dicha interpretación no
tuvo el respaldo mayoritario de los ulemas, de hecho constituyó un desafío
a los Qayar, quienes desprovisto de rasgos divinos, buscaron un nuevo
respaldo en la tradición más que bi-milenaria del Imperio Persa, ubicando
su capital en Teherán. Cuando Nasir al-Din Shah subió al trono para
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Sierra Kohbe, María Lourdes,
Introducción al estudio de Medio Oriente. Del
surgimiento del Islam a la repartición imperialista de la zona
, México, Edicio-
nes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma
de México, 2002.
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Según Manuel Ruiz Figueroa dicho caso constituye el único antecedente teórico
que podría haber servido de respaldo a Jomeini cuando propone la regencia del
doctor de la Ley. Véase Ruiz Figueroa, Manuel,
Islam. Religión y Estado
, Méxi-
co, Ediciones del Colegio de México, 1996 (segunda reedición 2005), p. 124.
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