Oriente medio : una eterna encrucijada - page 163

Oriente medio: una eterna encrucijada
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caba la interrupción de la Ley religiosa, solo que entre el período de ocul-
tamiento y el retorno del imam, el faqhi oficiaría como representante del
imam oculto
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. Evidentemente no todas las autoridades religiosas estuvie-
ron de acuerdo: Dos ayatollahs Sayyid Muhammad Kazem Shariatmadari
y Mahmud Teleqani se opusieron a la doctrina de la regencia del doctor
de la ley. Sin embargo, las cavilaciones de Jomeini fueron un verdadero
germen revolucionario para la pauperizada y descontenta población iraní
en medio de un contexto de crisis económica y de la explosión demográfi-
ca. Para mediados de la década del ’70 las protestas políticas y desordenes
se habían extendido en gran parte del país, por lo que Jomeini se atrevió a
exigir al Shah radicar el control del derecho islámico en su persona. El
Islam más tradicional probaba su actualidad y vigencia, al poder ser
reinterpretado y apropiado en medio de una situación sociopolítica diná-
mica.
Simultáneamente ocurrió un cambio de orientación política en la Casa
Blanca a partir de la llegada de Jimmy Carter al poder (1977) que enfatizó
el respeto a los Derechos Humanos, lo que se tradujo en la progresiva
debilitación de los lazos entre Washington y Teherán.
Para entonces la oposición al Sha se encontraba dividida en tres gran-
des referentes: los partidos revolucionarios de izquierda, que habían opta-
do por la vía armada, cuyas principales expresiones eran el Partido Tudeh
(marxista) y los Muyahidines del Pueblo; la corriente liberal, representada
básicamente por los partidarios del Frente Nacional de Mossadeg y otros
referentes nacionalistas; y los partidarios del gobierno islámico, constitui-
do por los mullahs seguidores del Ayatolla Jomeini, y un incipiente movi-
miento islamista de los sectores «desheredados». Mientras los partidos de
izquierda habían sido minados por la permanente represión a la que fue-
ron sometidos, los dirigentes del Frente Nacional carecían de una figura
aglutinadora como Mossadeg. En dichas circunstancias el liderazgo tradi-
cional y carismático del Ayatollah Jomeini se vio favorecido para repre-
sentar a todos los sectores de la oposición al régimen del Shah. En noviem-
bre de 1977, los dirigentes del Frente Nacional y el partido comunista de
Irán (Tudeh) asignaron a Jomeini la calidad de guía supremo de la Revo-
lución. La fuerza doctrinal y organizativa del shiísmo duodecimano y su
fuerza organizativa se sobrepusieron al liderazgo de marxista y liberales
para abordar la cuestión de la deslegitimación del régimen de Phalevi.
A partir de dicho punto los eventos se sucedieron aceleradamente: en
enero de 1978 estalló la rebelión en la ciudad sagrada de Qom. En febrero
el ejército iraní sofocaba
manu militari
la insurrección en Tabriz. En sep-
tiembre decenas de protestas populares exigían el retorno del exiliado
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Ruiz Figueroa, Manuel,
op. cit.
, p. 197.
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