Oriente medio : una eterna encrucijada - page 140

Gilberto Aranda y Luis Palma
140
la dimensión incluyente del discurso islamista al impedir la exclusión por
parte de los regímenes oficiales de vastos sectores marginales de la socie-
dad, que son simultáneamente legitimados en su acción política
122
. Por
último, hay enfoques que observan el fenómeno islamista como el progre-
sivo deterioro y corrupción del mensaje central del Islam
123
.
Asimismo, la denominación de este fenómeno mueve a la controversia
por lo absoluto de sus designaciones. Al respecto, sugerimos que vocablos
como islamismo, Islam político o Islam radical son más apropiados que
los conceptos de «fundamentalista» e «integrista». Es más, ateniéndonos a
la forma en que ellos mismos se autodenominan,
«islamiyyun»
, el término
recurrente es islamista, expresión que adoptaremos en adelante.
Esta pluralidad de aproximaciones no es obstáculo para un cierto con-
senso en el sentido de que el islamismo aborda la cuestión de la recupera-
ción de una tradición política específica, en virtud de la cual la religión se
constituía en un elemento ordenador del Estado y la sociedad. Sin embargo,
hay que agregar que el islamismo no es una corriente monolítica; por el
contrario, es un movimiento heterogéneo, que solo tiene en común una pla-
taforma de referencias al Corán, el Profeta y el modelo histórico referencial
de una generación de dirigentes probos inspirados por la revelación profética:
los califas «bien guiados»
124
. Según Étienne, «El islamista puede ser refor-
mista o revolucionario, clandestino o semiinstitucionalizado, violento o pa-
cífico; el islamismo puede ser de masas o de elite: su configuración depende
en gran parte de la opción institucional o política de los Estados y de las
relaciones que establece con los actores del campo religioso»
125
.
Rápidamente se instalaron asociaciones islámicas orientadas a dife-
rentes funciones: El clásico mantenimiento del cuidado de las almas, la
preservación de la fe y la reagrupación de lo creyentes para la práctica
sistemática del culto; agrupaciones conversionistas, cuya tarea es recupe-
rar a los musulmanes menos practicantes; y finalmente, los grupos mili-
tantes que combinan el proselitismo religioso con la formulación de un
proyecto político específico. Estás ultimas son las estrictamente islamistas.
Más que un retorno a una situación política propia de la edad de oro
islámica, el proyecto islamista contemporáneo se articuló en torno a un
122
Ghaliou, Burhan,
Islam y política: las tradiciones de la modernidad
, Barcelo-
na, Ediciones Bellaterra, 1999.
123
Garaudy, Roger,
Los integrismos. El fundamentalismo en el mundo,
Barcelo-
na, Gedisa, 2001, p. 132.
124
Los cuatro califas sucesores de Mahoma: Abu Bakr, Omar, Osman y Alí,
reconocidos por todo el mundo musulmán, luego de los cuales sucede la frac-
tura proyectada hasta la actualidad, entre sunnitas y shiíes.
125
Étienne, Bruno,
op. cit.
, p. 194.
1...,130,131,132,133,134,135,136,137,138,139 141,142,143,144,145,146,147,148,149,150,...250
Powered by FlippingBook