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Poblaciones especiales en investigación biomédica
do el ensayo clínico, el paciente no siguiera
contando con dichos medicamentos.
Por último, en las evaluaciones éticas de
dichos estudios de investigación es preci-
so contar con la opinión de un represen-
tante de la población afectada, en este caso
de las personas infectadas con VIH/SIDA,
para escuchar su opinión sobre la realiza-
ción de dichos estudios desde la perspec-
tiva de paciente y persona vulnerable.
Voluntarios sanos
En los voluntarios sanos se presenta la
vulnerabilidad dual entre participante-
investigador descrita al comenzar el capí-
tulo. El investigador conoce parcialmente
la relación riesgo-beneficio; de hecho, in-
vestiga para superar tal situación. El vo-
luntario sano, por su parte, participa con
base en la información, por lo general,
parcial que le suministran. Ese desconoci-
miento mutuo de los riesgos y beneficios,
sumado a presiones económicas, labora-
les o sociales, ha hecho que cada vez más
se les considere como un grupo especial y
vulnerable, aunque gran parte del conoci-
miento farmacológico del siglo XX se haya
construido con su participación.
Los voluntarios sanos deben recibir la in-
formación disponible acerca de la investi-
gación y de los resultados razonablemen-
te esperables. El consentimiento debe estar
libre de coerción y de inducción indebida
para participar. Esto último se considera
principalmente en el terreno de las remu-
neraciones económicas, concordantes con
el tiempo dedicado, malestar generado y
riesgo asumido. En estudios con riesgo
incrementado se debe considerar que una
motivación de los voluntarios puede ser
precisamente el dinero ofrecido; en tal si-
tuación, frecuente en el medio latinoame-
ricano, se configura una clase de vulnera-
bilidad derivada del estatus económico y
educativo que compromete la capacidad
para evaluar objetivamente los riesgos asu-
midos al firmar el consentimiento.
Minorías
En las pautas CIOMS de 2002 se lee:
“Otros grupos o clases pueden ser consi-
derados vulnerables. Entre ellos se inclu-
ye residentes de casas de reposo, personas
que reciben subsidios o asistencia social y
otras personas pobres o desempleadas,
pacientes de emergencia, algunos grupos
étnicos y raciales minoritarios, personas
desamparadas, nómades, refugiados o des-
plazados, prisioneros, pacientes con enfer-
medades incurables, individuos sin poder
político y miembros de comunidades no
familiarizadas con conceptos médicos
modernos. En la medida en que éstos y
otros tipos de personas tengan caracterís-
ticas semejantes a aquéllos de los grupos
identificados como vulnerables, la necesi-
dad de protección especial de sus derechos
y bienestar debiera ser revisada y aplicada,
cuando sea relevante”.
Para el contexto latinoamericano, la re-
flexión sobre las minorías es de primer
orden en el quehacer bioético. Aunque
resulta paradójico hablar de minorías
cuando hacemos referencia a los desem-
pleados, indigentes o indígenas, que, bien
sabemos, pueden llegar a ser una mayoría
en determinados países y regiones.
En el ámbito norteamericano las mino-
rías están comprendidas por las personas
de raza negra (hindúes occidentales, afri-
canos y afroamericanos), los hispanos (es-
pañoles, latinoamericanos y caribeños his-
panoparlantes), los asiáticos y los nativos
americanos
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