121
como “logrado”, “correcto”, “previsible”, “adecuado”. Este es el “valor”
del movimiento, su perfección intrínseca, su inherente “virtud”. Con ello,
también su “verdad”. El “buen” movimiento es siempre, como la buena
palabra, verdadero. Recubre las intenciones del agente como una piel, es
parte de su misma estructura. El hacer (o el movimiento, que es una de
las formas del hacer) “valioso” o “valedero” tiene un cierto carácter de
facilidad, naturalidad, “originalidad” (
Ursprünglichkeit
) y decisión (
Ents-
chiedenheit
) que ya desde la intuición que le precede se experimenta, se
“siente” y se anticipa. Produce, bien logrado en los deportes, una suerte
de catarsis, no
ex ore
ni
ex auditu
, no por hablar ni por escuchar, sino por
ver,
ex visu
. A ello podría adscribirse el placer de ver al deportista eximio
o al ejecutante virtuoso. El espectador anticipa la posibilidad del yerro, de
la falla, y se asombra y deleita con el logro. He ahí un valor que llega a la
conciencia como lo correcto, lo justo, lo apropiado.
Podría detenerme
in extenso
en la relación que estas reflexiones de Christian
inspiran para la consideración del arte, tanto de aquel que transcurre en la
duración del tiempo –como la música– como del que aparece simultáneo
en muchas formas de sensorialidad, como la escultura, intemporal pero
rica en sensaciones visuales y táctiles. Pero metafóricamente hablando para
mí fue siempre atractivo aplicar esta concepción a la acción genérica hu-
mana y hacer notar que la buena acción es siempre aquella que da plenitud
a la intención, la colma de resonancias y placeres, produce en los demás
una suerte de armónico y placentero regocijo. La acción moralmente bue-
na es la acción de un agente que hace lo justo, lo apropiado, lo logrado y lo
bueno. Extendida al espacio de la biografía, de las esencias que trascienden
y se manifiestan en la vida humana, cabe recordar a Chaucer, que alababa
en una mujer el ser “mujeril” y en un caballo el ser “caballar”. La virtud
consiste en la perfección inherente a una idea modélica, un
eidos
, un tipo,
una especie, una forma única de ser. He ahí, sin duda, un fundamento de
la intuición moral que oscila siempre entre la ética (racionalización de lo
que debe hacerse) y la estética (racionalización de lo que debe amarse). Tal
vez la disociación entre ambos polos, constante en las tensiones dramáticas
1...,112,113,114,115,116,117,118,119,120,121 123,124,125,126,127,128,129,130,131,132,...148