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la Bergheimer Strasse, me dijo: “¿Ha pensado publicar esto?”. A lo que ho-
nestamente respondí que no, que eran apuntes, que no fuera a pensar que
allí estaba todo mi esfuerzo y mi habilidad. El profesor asintió. Dijo que,
efectivamente, el material era demasiado abundante y todavía tosco, pero
que, si yo quería, él podía designar a alguien que me ayudara a ponerlo en
un mejor alemán y, de paso, discutir algunos puntos obscuros. Sin pensar-
lo dos veces accedí y fue de ese modo como trabé contacto con el psicó-
logo Hans Ferner, con quien publicamos un artículo que debía inaugurar
una serie que nunca se gestó
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. Ese primer trabajo postulaba la noción de
“conducta implícita” y era un desarrollo de lo que yo había leído. Reco-
nozco que el producto se empobreció al prepararlo para la publicación. Si
bien el psicólogo ayudó con el idioma, no aportó ideas. El producto vino a
ser algo de lo que puedo hoy dar razón pero no fundamento, pues no tuvo
eficacia en mi trabajo diario ni generó continuidad de intereses. Es verdad
que publiqué muchos otros artículos sobre ese tema, muchos estudios em-
píricos sobre conducta y comunicación no verbal y verbal, pero la línea
originada en esas disquisiciones originales no se mantuvo ni se desarrolló.
Debo reconocer que a ello contribuyó no poco la ingente abundancia de
materiales, la vastedad de la empresa, la insuficiencia de mis recursos en los
ámbitos de la lingüística y la semiótica y la presión de otros intereses. Sin
embargo, guardo de aquella empresa un recuerdo y el deseo de recuperar
lo entonces aprendido no me abandona.
Un tema sobre el que conversamos largamente fue la noción de estrés.
Esta palabra de la lengua inglesa había ya entonces ganado el carácter de
una “palabra clave” o “palabra llave”, porque parecía indicar más que
su simple denotación y abrir derroteros amplios a la investigación. En
realidad, cuando pude ver al propio acuñador del término en su acepción
médica, el investigador húngaro-canadiense Hans Selye, me impresionó
su versatilidad verbal, su capacidad para hablar en muchos idiomas y,
sobre todo, la simplicidad de su pensamiento. En realidad, los conceptos
112 Lolas, F., Ferner, H. Zum Begriff des impliziten Verhaltens.
Zeitschrift für Klinische Psy-
chologie und Psychother
. (Freiburg) 26: 223-233, 1978.
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