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Ética de la investigación biomédica que usa y cuida animales experimentales
En abril de 1953 se publica en
Nature
un artículo de sólo una página, firmado
por Watson y Crick, donde se describía
la estructura de los ácidos nucleicos, par-
ticularmente de lo que ahora se denomi-
na la forma B del DNA (ácido desoxirri-
bonucleico)
(23)
. Este hito marca la
historia de muchas maneras. Los recur-
sos enormes que hasta ese momento te-
nía la física, empiezan a destinarse a la
biología molecular y la biotecnología, lle-
vando a un avance tecnológico inimagi-
nable para la época. Surge entonces una
nueva forma de hacer ciencia y aplicar la
técnica. Será Hans Jonas quien tome el
término “responsabilidad moral” –en un
sentido que va mas allá del social, plan-
teado por Weber, a principios del siglo
XX– para dotarlo de un tipo de respon-
sabilidad con la naturaleza y los seres vi-
vos en general
(24)
.
Al analizar “el nuevo papel del saber en
la moral”, Jonas se refiere a la importan-
cia de esta repercusión, antes no clara: el
saber científico y tecnológico tiene (o de-
bería tener al menos) alguna forma de re-
flejarse en la moral. “Ninguna ética an-
terior tuvo en cuenta las condiciones
globales de la vida humana ni el futuro
remoto, más aún, la existencia misma de
la especie”. Jonas alcanza a ver que las
cuestiones biotecnológicas son capaces de
llevar potencialmente a una modificación
tal del planeta, que pondría en riesgo la
existencia misma de la especie humana,
ya sea por las intervenciones en el medio
ambiente y en el resto de las especies bio-
lógicas, o por las posibilidades que ofre-
ce al ser humano la genética molecular
de modificarse a sí mismo o a su descen-
dencia.
Todo esto lleva a nuestro autor a intro-
ducir un imperativo ético nuevo, de
acuerdo con las condiciones tecnológicas
de nuestra época: “‘...obra de tal modo
que los efectos de tu acción sean compa-
tibles con la permanencia de una vida
humana auténtica en la Tierra’; o, expre-
sado negativamente: ‘obra de tal modo
que los efectos de tu acción no sean des-
tructivos para la futura posibilidad de esa
vida’; o, simplemente: ‘no pongas en pe-
ligro las condiciones de la comunidad
indefinida de la humanidad en la Tierra’;
o, formulado, una vez más positivamen-
te: ‘incluye en tu elección presente, como
objeto también de tu querer, la futura in-
tegridad del hombre’”.
Esta interesante propuesta de una ética de
la responsabilidad, donde caben cuestio-
nes deontológicas y la valoración de las
posibles consecuencias, es importante hoy
en relación con los animales transgéni-
cos
(25)
. En ocasiones, se ha argumenta-
do que las modificaciones producirían di-
rectamente un estado contrario al bienestar
animal
(26)
. Desde otra perspectiva, se afir-
ma que sería permisible que se modificara
genéticamente a un animal sin alterar su
bienestar; sin embargo, en el bando con-
trario, se arguye que la modificación ge-
nética de los animales, al alterar sus capa-
cidades, daña invariablemente su
integridad, aunque no modifique su bien-
estar
(27)
. Desde una perspectiva utilita-
rista, se ha sugerido que las manipulacio-
nes genéticas que
per se
signifiquen un gran
sufrimiento para el animal deberían ser
a
priori
prohibidas
(28)
.
Considerando que los animales no huma-
nos son seres con estatus moral y que la
experimentación en ellos es ética bajo cier-
tas circunstancias, la investigación trans-
génica debería cumplir con ciertas condi-
ciones y no causar desequilibrios
ecológicos.
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