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Conflictos de interés en la investigación biomédica y psicosocial
la ciencia recuerda la honestidad de Car-
los Darwin cuando, habiendo recibido el
manuscrito de Alfred Russell Wallace con
observaciones y conclusiones semejantes
a las propias, presentó tanto su texto
como el del explorador del archipiélago
malayo al escrutinio público simultánea-
mente. La lucha de prioridades (
Priori-
tätsstreit
) es casi un tópico en la ciencia y
representa un caso interesante de conflic-
to institucionalizado, toda vez que allí se
conjugan los deseos de fama o dinero por
la originalidad con la honestidad y trans-
parencia que, se supone, presiden el ejer-
cicio de la ciencia.
El caso más bullado de las últimas déca-
das enfrentó a Luc Montagnier, del Insti-
tuto Pasteur de París, con Robert Gallo,
de California, Estados Unidos, sobre el
descubrimiento del virus del SIDA. La
posteridad ha decretado que Montagnier
descubrió el virus y Gallo implementó la
técnica de su identificación. En ese caso,
como en otros de la ciencia contemporá-
nea, el conflicto tiene muchas facetas y
ramificaciones. No se trata solamente del
merecido prestigio que alguien puede re-
clamar por un descubrimiento o una in-
vención. Debe agregarse, además, la di-
mensión económica, pues todo avance
científico puede ser potencialmente pro-
ductor de ganancias pecuniarias no sólo
para el investigador como individuo, sino
también para su institución o su grupo.
En tal sentido, la legislación industrial es
probablemente la más sofisticada en el
tratamiento de los conflictos de interés,
el uso o mal uso de la información privi-
legiada o confidencial, y la resolución de
litigios.
La relación entre la industria y la acade-
mia es una fuente ya tradicional de con-
flictos de interés. Las publicaciones de in-
vestigación clínica de frontera exigen una
declaración acerca de posibles intereses
económicos de los autores de trabajos, re-
lacionados con el contenido de éstos
(3,4)
.
El tema es difícil de circunscribir porque
lo que puede ser considerado soborno por
algunos puede parecer a otros simple apo-
yo a la investigación o, cuando se trata de
impedir la publicación de resultados ne-
gativos, mejoramiento de la literatura cien-
tífica
5
. Debe tenerse presente que en mu-
chos países del Tercer Mundo (países
“arrollados” por el progreso y no “desa-
rrollados” por él) no existe sino investiga-
ción farmacéutica de fase IV y las publi-
caciones son poco más que mercadeo
postaprobación del producto en el país o
expansión de las indicaciones. Con ello se
reiteran muchos resultados ya conocidos,
deformando innecesariamente las bases de
datos y sesgando los esfuerzos meta analí-
ticos que pide la medicina basada en evi-
dencias para dar firmeza a las indicacio-
nes terapéuticas. La misma publicación de
los estudios multicéntricos patrocinados
por la industria plantea adicionales pro-
blemas al considerar la forma en que se
diseminan los resultados y el papel que
cabe a autores y editores
(5)
.
En otro escenario, es sabido que la indus-
tria del tabaco, que contó durante años
con información suficiente sobre el poten-
cial cancerígeno de los cigarrillos y que
desarrolló procedimientos tales como la
alcalinización de la hoja para incrementar
la entrega de nicotina al organismo, ocul-
tó sus datos y sus estrategias perjudicando
a muchas personas. No cabe duda de que
5
Lolas F. Las relaciones entre la industria farma-
céutica y la investigación clínica. Una perspecti-
va bioética.
Boletín Fármacos
2004; 7(4) [Sitio
en Internet] Disponible en http://
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