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Introducción
Diversas formas de bioética
Hay muchas maneras de tipificar aspec-
tos parciales del discurso bioético. La más
obvia se centra en temáticas. Así, es posi-
ble distinguir una bioética médica, una
ambiental, una social y una científica. Es
también posible hablar de macrobioética,
para referirse a temas que cubren la socie-
dad en su conjunto, y microbioética, para
aludir a aquellos que se refieren a las inte-
racciones entre individuos.
La forma más adecuada de caracterizar dis-
tintas formas de bioética debe tomar en con-
sideración la atmósfera intelectual que pre-
domina en la segunda mitad del siglo XX.
Es una época de confrontaciones importan-
tes entre cosmovisiones. Parecen fracasar los
intentos universalistas de respeto a la digni-
dad de los seres humanos en todos los países
del mundo. Las distintas religiones, aun con
pérdida de su ascendiente, enclaustran a sus
adeptos en universos morales tan diferentes
entre sí que la expresión “extraños morales”
cobra un significado concreto. Indica que
los grupos humanos no comparten las mis-
mas creencias en narrativas universales, las
sociedades se han fragmentado en distintos
grupos ideológicos y los desafíos a la convi-
vencia pacífica son ingentes. La aspiración a
la paz perpetua y la concordia universal, con-
virtiendo y convenciendo a otras personas,
se hace utópica.
En este clima espiritual, la idea es fundar
la ética –concebida como justificación ra-
cional de la moral– en los procedimientos
empleados para arribar a consensos, arti-
cular disensos y promover la convivencia
entre grupos de extraños morales. En un
reconocimiento tácito de la pluralidad de
visiones que, sobre temas fundamentales,
tienen las personas: la aspiración de la nue-
va ética es basar su legitimidad en los pro-
cedimientos. Especialmente, el diálogo, la
deliberación, la participación, adquieren
el estatuto de herramientas para la convi-
vencia. Su empleo demanda responsabili-
dad, esto es, capacidad de responder y dar
cuenta de las propias acciones y afirma-
ciones en un clima de recíproco respeto,
tolerancia y aceptación, que, si bien pue-
de convertirse en pluralismo, no siempre
involucra los aspectos técnicos del saber
formal, sino especialmente sus consecuen-
cias sociales.
Desde el punto de vista de los procedimien-
tos, cobra interés y se hace practicable una
taxonomía de las formas de bioética:
• La bioética regulatoria se entiende
como la forma discursiva que adopta
el diálogo en la supervisión de los com-
portamientos deseables para la convi-
vencia. Lo regulable varía de sociedad
en sociedad y de época en época, pero
lo esencial es que las regulaciones ad-
quieran la legitimidad que les otorga
el consenso guiado por una participa-
ción eficaz.
• Semejante, pero no idéntica, es la bioé-
tica normativa, que decanta en las for-
mas particulares del derecho y los usos
sociales en aquello que contienen de
universal. Explora así la tensión entre
lo universal y lo específico.
• La bioética cultural se aboca a la ex-
ploración de las normas sin conside-
rar su poder vinculante. Semeja así
una etnografía empírica de las formas
de comportamiento aceptadas en una
sociedad.
• La bioética clínica considera las peculia-
ridades del entorno clínico, señalado por
una relación de ayuda entre personas.
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