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mulada se preocupa en lo esencial de una homogeneidad de orientación
(
Gleichrichtung
) que no existe por motivos epistemológicos y sociales:
“Por su naturaleza, la política social puede a lo sumo actuar desde afuera.
Puede abrir compuertas o eliminar resistencias. Pero como acto que fun-
damentalmente quiere influir por sobre la empresa y en forma obligada,
y privar así de la libertad de autoconformación y ordenación de las partes
en la empresa, no alcanza ella el núcleo de la organización empresarial.
Actúa dictando leyes, generalizando y uniformando de arriba hacia abajo,
en tanto la tarea de la política empresarial exige un proceso de crecimiento
y conformación de abajo hacia arriba y necesita de leyes que abran cami-
nos y fomenten libertad” (E. Michel refiriéndose a E. Rosenstock y Jos.
Winschuh). Aquí lo que el empresariado y el Estado pueden intentar es,
independientemente de su breve eficacia, un proceso que a) por sí mismo
considera una “adaptación” ficticia y b) planea una secuencia de “arriba
hacia abajo”.
Se ha demostrado que en ambos casos aparecen reacciones en contra ines-
peradas (por ejemplo, por parte de los trabajadores).
El mismo error se comete cuando se busca la “adaptación” entre trabajador y
técnica en lugar de entre empresario (o Estado) y trabajador. El error es aquí
más manifiesto. La asociación constructiva de persona y empresa culminó
en la “psicotécnica” de los años 20, que prometía una mejor coincidencia
entre hombre y máquina mediante sus métodos. También aquí la pregunta
es unilateral, formulada exclusivamente desde la máquina y con un efecto
disgregador en lo social. El caso clásico de deseo de acoplamiento de hombre
y técnica fue en este contexto el taylorismo exagerado, el cual finalmente
llevó a una burocratización de los repartidores del trabajo, controladores,
funcionarios para evaluar tiempo y función y, por otra parte, condujo a
una yuxtaposición sin vinculaciones del trabajo atomizado” (Hellpach). La
vinculación originalmente personal entre maestro y trabajador o trabajador
y colaborador se perdió porque la economía humana racionalista no
se preocupó de si esta forma de ordenamiento está de acuerdo con las
necesidades del trabajador y satisface aquella libre voluntad que supone
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