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A ERRADICAR EL

ACOSO SEXUAL EN

LA CHILE Y EN CHILE

POR CARMEN ANDRADE

Directora de la Oficina de Igualdad de Oportunidades de Género, Vicerrectoría de

Extensión y Comunicaciones, Universidad de Chile

E

l acoso sexual es una de las múltiples manifes-

taciones de la violencia de género que existe

en el país y, aunque tanto el acosador como

la víctima pueden ser del mismo sexo, es amplia-

mente conocido que aflige desproporcionadamente

a las mujeres. Constituye un ataque que opera como

mecanismo de control, provoca temor, atenta contra

la dignidad y la integridad al resultar ofensivo, hostil

o amenazador.

Como señala la abogada Patsilí Toledo, sus causas

están arraigadas en el contexto general de discrimi-

nación de género que tiene como consecuencia la

exclusión de las mujeres del espacio público, consi-

derado amenazante, y su adscripción al espacio do-

méstico, limitando así el ejercicio de derechos fun-

damentales a la educación, al trabajo, o a desplazarse

libremente. Así ha sido reconocido en instrumentos

internacionales suscritos por Chile, como la Con-

vención sobre la Eliminación de Todas las Formas

de Discriminación contra la Mujer, que considera

como discriminación “toda distinción, exclusión o

restricción basada en el sexo que tenga por objeto

o por resultado menoscabar o anular el reconoci-

miento, goce o ejercicio por la mujer (…), de los

derechos humanos y las libertades fundamentales”.

La Convención Interamericana para Prevenir, Erra-

dicar y Sancionar la Violencia contra la Mujer iden-

tifica el acoso sexual como una forma de violencia

que ocurre en el trabajo, instituciones educativas,

de salud, y otros lugares, y la Organización Inter-

nacional del Trabajo lo reconoce como problema de

salud, seguridad y discriminación de género.

La inseguridad y el temor al espacio público caracteri-

zan los procesos de socialización de las mujeres: “cuí-

date”, “no salgas sola de noche”, “evita vestirte así”,

son mensajes que marcan sus percepciones y conduc-

tas. No es extraño, aunque sí paradojal, que sean las

víctimas quienes abandonan los espacios donde se

sienten desprotegidas. El 28% de las trabajadoras en

Chile que denunciaron acoso sexual debió abandonar

su empleo, según un informe del Sernam de 2009.

Esta conducta raramente se denuncia y, en conse-

cuencia, no se sanciona a los agresores ni se repara a

las víctimas. Así lo confirman encuestas de Sernam y

la Dirección del Trabajo: más del 60% de las perso-

nas, en su mayoría mujeres, opina que el acoso sexual

en el trabajo ocurre con frecuencia y un 12% afirma

haberlo vivido. El bajo número de denuncias deriva

de la falta de difusión, la dificultad para comprobar

los hechos, los efectos sociales y laborales que conlleva

darlo a conocer y desconfianza ante procedimientos

investigativos que no garantizan la protección de sus

derechos. De este modo, el silencio y la impunidad

son condiciones perfectas para que siga ocurriendo.

El acoso en las universidades

En el ámbito educativo el acoso corresponde a una

conducta de contenido sexual que ofende a la persona

a quien está dirigida, vulnera su derecho a una educa-

ción de calidad y/o se traduce en un ambiente hostil,

ofensivo o intimidante. Asume distintas formas: pro-

mesas de un trato preferente y/o beneficioso a cambio

de favores sexuales, amenazas para exigir conductas

FOTO ALEJANDRA FUENZALIDA

P.58

P.P. / Nº3 2016 / Dossier