Palabra Pública:
Veamos qué pasa en la Educación
Superior.
Carla Peñaloza:
En los espacios universitarios se
repiten discursos e ideas preconcebidas que vienen
desde la escuela. Más allá de los números, hay claras
preferencias en determinadas carreras por mujeres, y
en otras por hombres. Y eso viene por un discurso
de creer ya en la enseñanza básica que las mujeres no
servimos para las matemáticas y que hacemos mejor
otras cosas, como la propia profesión docente. Cuan-
do hablamos del sexismo, tenemos que hacernos car-
go de que la mayoría de las profesoras son mujeres.
En la enseñanza superior el sexismo se ve reflejado y tie-
ne que ver no sólo con la educación, sino con las formas
de relacionarse entre hombres y mujeres. También se
dan situaciones de abuso de poder, de violencias a mayor
o menor escala, o por lo menos de no respetar del todo a
la otra, porque es diferente y porque es mujer.
Es interesante de analizar esta falsa idea de la igual-
dad. A propósito de la marcha “Ni una menos”. Si
somos todos iguales, entonces no hay que matar a
nadie. Y no es que no se entienda, sino que se quiere
invisibilizar el problema. Entonces está muy bien ir a
la manifestación, pero el tema es un poco más com-
plejo: cómo nos relacionamos hombres con mujeres.
Y aquí las mujeres partimos con una situación de des-
ventaja, porque la autonomía y emancipación, tener
más o menos derechos o igualdad de oportunidades,
no pasa sólo por decisiones individuales. Tiene que
ver con una sociedad capaz de aceptar a esas mujeres
que están decididas a hacer cosas diferentes y darle las
herramientas para ello.
María Elena Acuña:
A propósito de los datos de
Patricia, es importante ver las percepciones, las cons-
trucciones culturales que los profesores tienen respec-
to de las identidades de las personas, y en este caso
sobre sus identidades sexuales. Vivimos en este mo-
mento de híper modernidad, donde finalmente todo
es fluido, las identidades sexuales son fluidas. Y lo que
hace la escuela es permanentemente situarte en uno
de los dos polos, femenino o masculino, sin conside-
rar estos tránsitos. La escuela es una institución don-
de se te vigila, del punto de vista de si tú eres un buen
hombre o una buena mujer.
La universidad, a su vez, mantiene una estructura muy
rígida, producto también de este proceso de vigilancia.
No es una política explícita en la Educación Superior
esta asociación de áreas con sexos. La universidad no
impide que hombres entren a Enfermería o mujeres
a Matemáticas, pero convengamos que tampoco hace
un esfuerzo por revertir la situación. Esa es una parte
del problema, porque creo que en todas las áreas, desde
las más humanistas a las más científicas, operan cáno-
nes de conocimiento que son bien androcéntricos, que
arrancan desde cómo te cuentan la historia.
Últimamente ha escalado en la universidad el tema del
acoso sexual. Es un tema que hay que analizar, como
también el de las desigualdades salariales. La univer-
sidad peca transversalmente de tener un currículum
omitido. La violencia contra la mujer no es nueva.
Patricia Soto:
En la formación inicial de las/os docen-
tes en la universidad lo que hace falta, por una parte,
es mayor estudio de los currículos oficiales para desen-
trañar las carencias en relación al género, pero también
mucho más estudio del currículo oculto de género en
la educación en general. Creo que sin deconstruir las
concepciones de género así como las formas pedagógi-
cas más tradicionales utilizadas por los profesores jefe,
las problemáticas de género se continuarán tratando
desde el típico sermón o sólo mediante una atención
individualizada y no colectiva. Lo que yo pude consta-
tar en la investigación es que los docentes no están ma-
nejando a nivel educativo-didáctico otros elementos
más dialogantes y argumentativos con profundidad, así
como el tratamiento del género y los valores, a partir de
las inquietudes de los propios estudiantes.
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P.P. / Nº3 2016 / Dossier