antropóloga social y Doctora en Estudios Latinoameri-
canos de la Universidad de Santiago de Chile):
Vivimos
en un país donde las diferencias de género implican
desigualdades dramáticas. Eso permea la sociedad a
todos sus niveles y al conjunto de las instituciones.
La escuela no está exenta de este problema. Y no es
que la sociedad permee a la escuela, sino que la es-
cuela es un espacio normativo y reproductor de estas
diferencias y desigualdades sociales, de clase, y donde
hay que considerar las diferencias de género y étnicas.
El sexismo es una de las manifestaciones de la vio-
lencia de género y que afecta más dramáticamente
a las mujeres. Nos hemos acostumbrado a instalar
esta discusión en términos cuantitativos, de cómo
se componen las matrículas, si hay carreras que pre-
sentan segregación de género, que son más exclusi-
vas para los hombres en la universidad. Y eso nos
hace perder de vista que este es un problema con
una densidad cultural que va mucho más allá de los
números, que tiene que ver con el moldeamiento de
las identidades que todos nosotros hemos sufrido,
desde el jardín infantil hasta la universidad, donde
a la par que aprendemos
matemáticas o historia
de Chile, vamos apren-
diendo cómo la sociedad
nos valora, qué lugar tene-
mos en esta sociedad y cuáles
son los roles que la sociedad
nos invita a cumplir.
No debe haber establecimientos
segregados, pero tampoco me pa-
rece fácil la conversión del Instituto
Nacional en mixto, por la densidad
cultural de sus prácticas, de su forma-
ción, de la narrativa que ahí se instala,
que es tanto de clase como de género,
de la formación de un prohombre para la
patria, por así decirlo.
Patricia Soto
(académica del Departamento de Estu-
dios Pedagógicos y del Centro de Estudios de Género y
Cultura en América Latina de la Universidad de Chile.
Doctora en Desarrollo Psicológico, Aprendizaje y Edu-
cación de la Universidad Autónoma de Madrid):
A
propósito de lo anterior quiero contarles algunos resul-
tados de una investigación cualitativa sobre los tipos de
discursos de los/as docentes sobre los regímenes de sexos
en el sistema educativo, realizado entre 2007 y 2010.
Entrevisté a 36 profesores/as jefes de colegios mixtos y
segregados, emblemáticos, de Santiago especialmente de
la región Metropolitana. Consideré a los profesores/as
jefes por la mayor cercanía con los estudiantes en los po-
cos espacios del currículo en que los/as jóvenes tienen la
palabra, como es el consejo de curso y orientación. Son
posibilidades en que estos profesores/as podrían interve-
nir educativamente sobre el currículo oculto de género a
partir de los planteamientos de los propios estudiantes.
Sin embargo pude constatar que el discurso docente que
se da más habitualmente, al hablar sobre género y los
tipos de régimen de sexos es el de la “igualdad distributi-
va”, es decir que para estos/as docentes bastaría con que
los sexos estuvieran juntos para que haya “equidad de
género”, obviando, o no viendo, ni distinguiendo el en-
tramado jerárquico de los géneros, ni sus desigualdades
de poder, ni por supuesto la necesidad de deconstruir la
naturalización que se hace de las características “femeni-
nas y masculinas”.
Es así como utilizaron la palabra “coeducacion”, pero
sólo haciendo alusión a la proporción numérica de los
“Tener más o menos derechos o igualdad
de oportunidades, no pasa sólo por
decisiones individuales. Tiene que ver con
una sociedad capaz de aceptar a esas
mujeres que están decididas a hacer cosas
diferentes y darle las herramientas para
ello”, explica Carla Peñaloza.
sexos, y no en el sentido que hoy se plantea por las femi-
nistas como educación compensatoria, vale decir, consi-
derar las carencias que ha creado la educación patriarcal
en ambos sexos para compensarlas educativamente.
Hay un importante discurso androcéntrico en los li-
ceos de niñas en el sentido de compararlas constan-
temente con los liceos de hombres como el Instituto
Nacional, haciéndoles ver que ellas son excesivamen-
te preocupadas del arreglo, de los sentimientos y del
enamoramiento, y nada del estudio.
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Dossier / Nº3 2016 / P.P.