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Un orden desigual adquiere legitimidad a partir

de un sistema de evaluación que se sostiene en la

premisa de que la desigualdad de aprendizajes es

resultado de la diferencia en los méritos personales

y esfuerzos educativos que cada niña, niño o ado-

lescente demuestra.

Excelencia y meritocracia que se traslada al proce-

so de selección de estudiantes para la Educación

Superior, a través de la PSU.

De hecho, la Organización para la Cooperación y el

Desarrollo Económico, OCDE, en el último informe

respecto a la Educación Superior en Chile, el 2013,

puntualiza que una de las debilidades del proceso de

admisión a la Educación Superior es precisamente el

sesgo frente a estudiantes que provienen de familias

con menores recursos económicos o que provienen

de colegios municipalizados, constituyendo ésta una

barrera mayor para las mujeres.

Esta situación se evidencia a partir de la mayor repre-

sentación de mujeres en las universidades que no son

parte del Consejo de Rectores (Cruch), las que tienen

un menor prestigio en el mercado laboral.

Se puede afirmar que la meritocracia, desde las ló-

gicas de acceso a la Educación Superior actual y

al mercado laboral, se basa en instrumentos que

sesgan a favor de un tipo de ser humano: con per-

tenencia a familias de mayores ingresos, con sexo

masculino y de colegios privados que reproducen

a este grupo de privilegio.

Por lo anterior, es urgente que las actuales políticas

de inclusión educativa en las que se basa la reforma

a la educación logren corregir la primacía de valores

“Se puede afirmar que

la meritocracia, desde

las lógicas de acceso a

la Educación Superior

actual y al mercado

laboral, se basa en

instrumentos que

sesgan a favor de un

tipo de ser humano: con

pertenencia a familias

de mayores ingresos,

con sexo masculino y de

colegios privados que

reproducen a este grupo

de privilegio”.

como excelencia y mérito asociados a lógicas exclu-

yentes, reproduciendo la desigualdad social de un or-

den basado en normas estrictas de género, que exclu-

yen a todo el que se ubica por fuera o las transgrede.

Todo esto lleva hoy a plantear, desde el nuevo Mi-

nisterio de la Mujer y Equidad de Género, que no

sólo está a la base un cuestionamiento en cuanto a

las desventajas sociales y políticas de las mujeres,

sino a un orden social y económico que lo facilita

a partir de un currículo, programas e instrumen-

tos de evaluación educativa. Por esto se ha puesto

como objetivo avanzar hacia un cambio cultu-

ral que ubique a la igualdad de género como eje

transversal de las políticas públicas.

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Dossier / Nº3 2016 / P.P.