“LA ESCUELA
PRODUCE SEXISMO”
POR IRMA PALMA
Académica de la Facultad de Ciencias Sociales
Senadora Universitaria
Universidad de Chile
1.- Sexismo, misoginia y género
En los debates públicos operan dos definiciones de
sexismo. Una del registro de lo individual, y otra de
lo colectivo; del orden de la psicología y de la ideo-
logía. Misoginia y sexismo: la misoginia, el rechazo a
las mujeres; el sexismo, la desigualdad entre hombres
y mujeres.
Un problema es la psicologización del concepto; cuan-
do se trata como un fenómeno individual, deja fuera
las condiciones socioculturales de su producción. Al
pensar el sexismo como una cuestión de roles y este-
reotipos no siempre se observa que los estereotipos son
generalizaciones en que se atribuye valor a los grupos.
Son habitualmente organizados como inferiores y su-
periores: alemanes y mapuche, pero también mujeres
blancas y mujeres negras. El valor atribuido a eso lla-
mado masculino es invariablemente mayor que el atri-
buido a lo femenino. Entonces el género requiere ser
pensado como un sistema de relaciones, un principio
de jerarquización de diferencias y que se encuentra im-
bricado con otras relaciones de poder.
2.- Escuela, feminismo e igualdad
La escuela produce sexismo; pero, sobre todo, reprodu-
ce en su interior aquel existente más allá de ella. Uno
de los modos en que la escuela lo hace es mediante los
regímenes de género que promueve, que operan en dos
planos: en las prácticas institucionales y en la cultura
escolar. La normatividad es un elemento fundamental:
las normas de convivencia y reglamentos internos regu-
lan desde los códigos del vestir hasta los lenguajes pros-
critos y prescritos en torno al género y la sexualidad.
También lo es el currículo: la relación entre las mujeres
y las ciencias se modela tempranamente en las escuelas;
la historia suele ‘des-historizar’ las relaciones sociales de
género, reproduce su naturalización.
3.- Proceso constituyente
La posibilidad de una educación no sexista está aso-
ciada al proceso constituyente. Por una parte, en lo
que hace a los derechos relacionados con el género;
por otra, a los de la educación. Sobre lo segundo, el
derecho a la educación debe tener preeminencia ante
la libertad de enseñanza, el Estado debe dejar de ser
un Estado subsidiario para ser uno activo, debe afir-
mar el carácter laico de la educación. Sobre lo primero,
“Nosotras las constituyentes” -un espacio para incidir
en ese proceso, de mujeres feministas, académicas, de
partidos, organizaciones sociales, estudiantiles- plantea
que la sociedad debe declarar constitucionalmente el
reconocimiento y respeto de los derechos de las mu-
jeres como piedra angular de la buena convivencia, la
democracia y la justicia. Debe declararse no tolerante
a la violencia contra las mujeres y las niñas, y el fe-
micidio. El Estado debe equilibrar la redistribución de
poder en todos los espacios políticos. Se debe garanti-
zar la organización social del cuidado, de manera que
el Estado, el sector privado, la comunidad y todas las
personas sean corresponsables. Y se deben entender los
derechos sexuales y reproductivos como una trama que
combina derechos civiles, políticos, económicos, socia-
les y culturales.
FOTO ALEJANDRA FUENZALIDA
P.64
P.P. / Nº3 2016 / Dossier