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AUDIENCIAS VOLÁTILES TELEVISIÓN, FICCIÓN Y EDUCACIÓN

LA PANTALLA MADRE Y SUS POLÉMICOS HIJOS: REALITIES, DOCURREALITIES Y SERIES /

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debate político y los circuitos de comunicación masiva.

Junto con salir a la luz pública, la vida cotidiana adquiere un nuevo sentido por cuanto

representa el ámbito concreto en que se define el modo de vida y, la gran pantalla hogareña con

su programación cíclica, regular y predecible, marca el ritmo de las actividades cotidianas y

brinda ciertas certezas y seguridades que le otorgan sentido a la vida.

“Porque nací en la cultura televisiva, como que desde muy pequeño que consumo

televisión”.

Esta cita de uno de nuestros entrevistados permite graficar la interiorización de una práctica

cotidiana de largo aliento, a pesar de todas las transformaciones que ha sufrido la industria

audiovisual, que le otorga continuidad a las intermitencias de la vida cotidiana. Así, el conflicto

cotidiano se desplaza de la esfera de la producción a la esfera del consumo y a ello contribuye,

por otro lado, una revalorización del tiempo presente y, en particular, del tiempo libre (Lechner,

2005).

“Porque lo encontraba como, así después de trabajar […] que rico llegar a la casa a

ver estupideces, así como relajarte”.

En la actualidad, parece ser obligatorio rellenar lo cotidiano con toda clase de actividades para

usar mejor un tiempo vivido como acelerado, que se escapa cada vez más rápidamente (Salvador,

2000). Aquí radica también la necesidad de justificar el visionado de la televisión -sobre todo de

algunos canales-, los que suelen ser catalogados como emisores de programas basura tal como

lo señala un crítico de televisión al decir: “Mega es una catedral, un palacio profano del reino de

la basura […]” (Bisama, 2015, p. 26).

La legitimación puesta en marcha en el discurso crítico especializado opera a través del acervo

cognitivo y lingüísticamente disponible en una sociedad. “Cada pequeña acción individual

encuentra así una interpretación social que provisoriamente puede definirse como ‘discursos

cotidianos para nombrar la vida’. Discursos que se nutren simultáneamente de las prácticas

y de la cultura depositada en las instituciones en un flujo continuo de producción de sentido”

(Reguillo, 2000, p. 81). En palabras de nuestros entrevistados:

“[la televisión es] mala en general, mala

po’h

. Como te digo, muy poco lo rescatable

po’h

”.

“yo creo que es demasiado

fome

y que no aporta nada tampoco porque al final de

cuenta son puros cahuines, entonces no terminas aprendiendo nada”.

A través de los medios entonces y de su utilización cotidiana, se propaga un juicio social crítico

que etiqueta a ciertos programas como de baja calidad. En esta valoración predomina un “deber