Table of Contents Table of Contents
Previous Page  22 / 358 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 22 / 358 Next Page
Page Background

AUDIENCIAS VOLÁTILES TELEVISIÓN, FICCIÓN Y EDUCACIÓN

LA PANTALLA MADRE Y SUS POLÉMICOS HIJOS: REALITIES, DOCURREALITIES Y SERIES /

21

\ La “opción” de elegir

El concepto de televisión social se utiliza para señalar el conjunto de tecnologías, servicios

y prácticas que hacen evolucionar la forma de consumir televisión a través de la interacción

del espectador con el producto televisivo, ya sea con la pantalla tradicional o con terceros

dispositivos (Gallego, 2014, pp. 379-380). Esto va unido a la posibilidad de elegir qué ver y

puede ser leído como la incorporación de un espacio de libertad, que por cierto es facilitado por

una racionalidad de mercado.

En estas condiciones, la generación que tiene entre 25 y 34 años es la que cuenta con más

posibilidades de acceder a dispositivos y servicios provistos por el mercado, ya que cuentan con

mayores recursos económicos y menos gastos asociados. Esto impacta en el tipo de visionado

que realizan, pues pueden ser más selectivos en su consumo, y preferir plataformas de pago

-por ejemplo Netflix- que satisface dos requerimientos: el tiempo y la usabilidad, junto con la

facilidad y accesibilidad de navegación (González, 2014).

Un sistema de mercado como el chileno opera desde la base de que todos los habitantes tienen

las mismas oportunidades de acceder a las ventajas y beneficios existentes, sin embargo, sus

posibilidades reales de hacerlo disminuyen notoriamente de acuerdo a los recursos económicos

y culturales que tengan. Entonces, asistimos a la constitución de un “

apartheid

espacial […] un

espacio compartimentado en el que el origen de clase, como punto de partida de oportunidades,

conllevará privilegios para unos y discapacidades para otros, rompiendo, de esa manera, el

imaginario igualitario que fuera la ideología de progreso de la ciudad y la democracia”

(Rubinstein, 2002, p. 136; énfasis original).

De esta manera, la realidad chilena funciona bajo una ideología neoliberal, que deposita toda

su confianza en el mercado como mecanismo distribuidor de los recursos y como motor del

progreso, siendo la clase social un factor relevante a la hora de “elegir”. Así, el programa se

convierte en producto, y el visionado en consumo.

La globalización, por otra parte, arrastra a las economías a la producción de lo efímero, lo

volátil (mediante una reducción masiva y generalizada del tiempo de vida útil de productos

y servicios) y lo precario (trabajos temporarios, flexibles, de tiempo parcial) (Bauman citado

en Antezana, 2014). Aludir a la sensación de presente perpetuo como una característica de la

contemporaneidad se ha vuelto un lugar común. “De modo que la tendencia parece clara, por

lo menos en estas arenas: los relatos de sí tienden a ser cada vez más instantáneos, presentes,

breves y explícitos” (Sibilia, 2008, p. 158) y lo que se busca en la televisión responde a estas

mismas características. Estas condiciones estructurales inciden en el consumo televisivo, como

podemos apreciar a continuación en nuestros resultados:

Para los que tienen entre 13 y 17 años la elección de programas pasa por el grado de entretención

que el programa o serie les brinda. Es eso lo que buscan. En sus elecciones también existe un fuerte

factor social, puesto que muchas veces empiezan a ver algún programa por los comentarios de

amigos y compañeros; por la información que circula a través de las redes sociales que utilizan