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La autosuficiencia del Derecho

Del mismomodo, es evidente que este doblemovimiento no es neutro

para el sistema. ¡Hay cambios! Tal vez el más importante sea el hecho de

que la decantada independencia del Derecho haya sido puesta en jaque.

En el siglo XIX se decía que las partes aportarían los hechos y el juez

aplicaría el derecho. Los hechos siempre eran controversias individuales

o violaciones de las normas penales. Podía imaginarse que todo el univer-

so de problemas originados en las relaciones sociales estuviera cubierto

por la ley y, sino, competía al juez encontrar la solución posible, usando

las fuentes infralegales, jurisprudencia, analogía o costumbres.Así dictaba

el Código Civil de los franceses de 1804, y que sirvió de base y lección

paramuchos códigos que le sucedieron: el juez que se inhiba de juzgar so

pretexto de silencio, de oscuridad o de insuficiencia de la ley, podrá ser

procesado como responsable por denegación de justicia. Está claro que

esta idea remite a una "razón pura del derecho", para cumplir su meta y

función; el Estado debería simplemente legislar y los individuos contratar.

El juez, el intérprete, el acusador o el defensor cumplirían su tarea si com-

prendieran "lo que la ley determina" en sus expresas palabras; cualquier

otrovaloroprincipio, como justicia, vida, amorosimplementesobrevivencia

de la especie o pueblo, era considerado metajurídico, fuera del derecho,

ausente de su lógica. El derecho así pensado con su Estado formulador y

creador era suficiente en sí; bastaba a sus aplicadores e intérpretes buen

conocimiento del diccionario y, quizás, buenmanejo de la gramática. Los

conceptos habrían de ser nada más que jurídicos.

Los errores, en este sistema, son de poca monta, porque lo que se

juzga y decide son apenas relaciones contractuales. Pueden haber crueles

injusticias, pero son siempre individuales, ora se castiga un reo inocente,

ora se transfiere el patrimonio del justo al deshonesto. Sin embargo, por

más crueles que sean las injusticias cometidas, el patrimonio social y el

orden social continúan sin alteraciones profundas. El capitalismo nunca se

propuso ser justo.