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sal" y engloba la ética humana: por ello ni siquiera es preciso preguntar a

los otros si quieren o les gusta. D. João VI, Rey de Portugal, creía que

algún día los indios habrían de entender cuán bueno era vivir como súbdi-

tos de las justas, humanas y dulces leyes del reino. Paiaré no pertenece al

reino ni consigue comprender la naturaleza de la ley; en cambio sabe, con

la nitidez de quienmira las cosas como son, que ella es fruto de una crea-

ción, cuya legitimidad solo puede existir en la lógica de quien la aceptó

por nacimiento u opción.

Paiaré y los Gavilanes de laMontaña no son excepciones enAmérica

Latina. Por el contrario, aunque densa y diversa, la población de la

amazonia brasilera seguramente no es la que vive en la región de mayor

conflicto, ni demayores dificultades de interacción entre los pueblos indí-

genas y los respectivos Estados nacionales. La condición del éxito en la

implantación de los Estados nacionales latinoamericanos ha sido exacta-

mente la devastación de su naturaleza y la integración, como trabajadores

asalariados, de sus pueblos. Todo, evidentemente, pasando por la cristiani-

zación de sus costumbres y la sumisión de sus conductas a las llamadas

normas legales y a los Estados de derecho.

En estamedida, resulta casi imposible estudiar o convivir con los pue-

blos indígenas enAmérica Latina sin relacionarlos con los Estados nacio-

nales que ejercen soberanía sobre los territorios en que les toca vivir.

Asimismo, es casi imposible conocer y estudiar los derechos nacionales

latinoamericanos sin tratar la cuestión indígena. Esta es una característica

determinante de los sistemas jurídicos deAmérica Latina, que desde hace

mucho tiempomantienen un velado conflicto con los pueblos originarios

del continente y que a fines del siglo XX han comenzado a incluir sus

derechos colectivos como excepcionales, peromarcadamente existentes.

Así, laAntropología y el Derecho enAmérica Latina tuvieron que to-

marse de la mano, entendiéndose mutuamente para colmar las lagunas

que la realidad históricamente insiste en abrir entre las dos ciencias, artes

o estudios. No solamente en la academia y en los estudios de naturaleza