Actas del Primer Congreso Latinoamericano de Niñez y Políticas Públicas, Santiago de Chile, 14 al 17 de enero 2014 - page 16

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Richard Gomá (2008) plantea
,
“la acción comunitaria adquiere sentido cuando se desarrolla a partir de un co-
lectivo humano que comparte un espacio y una conciencia de pertenencia, que genera procesos de vinculación
y apoyo mutuo y que activa voluntades de protagonismo en la mejora de su propia realidad
(Berroeta & Zam-
brano, 2012). Para ello se observan aprendizajes de esta experiencia, evidenciando elementos indiscutibles que
han enriquecido el proceso, entre ellos, la amistad y el componente afectivo que contribuye a la vinculación de
los miembros y al sentido de pertenencia, generando redes internas sólidas y cohesión grupal, tal como reco-
noce uno de sus integrante: “el grupo es como una familia, se han abierto nuevos lazos de amistad, que es muy
importante…en mi caso, el año pasado me encerré demasiado y comencé a dejar a un lado mis amistades, ahora
que volví con los chiquillos, me gusta porque puedo tener conversaciones de mi edad, me ha ayudado a crecer y
a madurar” (Jose Huechecal. A.J. Weche Kintün).
Otro elemento que fortalece el sentido de pertenecía es sentirse parte de una misma identidad cultural, pertene-
cientes a un mismo territorio y afectados por problemáticas muy similares asociadas a la conectividad espacial,
el sistema educativo formal, la discriminación social, la carencia de espacios de opinión orientada a los jóvenes,
entre otros ámbitos, situaciones reflexionadas que han invitado al reconocimiento mutuo, a la valoración cultu-
ral y al sentido de responsabilidad,
He aprendido a valorar mi cultura, valorar más en ayudar a mi gente…antes
no pensaba mucho en eso, me di cuenta que mi comunidad necesita harta ayuda, como orientación y guiarlos”
(Felipe Purran. A. J. Weche Kintün).
Cuando nos referimos al protagonismo en la acción comunitaria, también se hace alusión a la movilización, la
actuación. Para ello, la promoción y el entrenamiento de competencias organizacionales han contribuido a la
distribución de responsabilidades y a las capacidades de gestión, donde las tareas son asumidas por diferentes
representantes, quienes en el hacer planifican, evalúan, se empoderan de sus roles y fortalecen capacidades:
“Como grupo aprendimos a trabajar en equipo, al principio nos costaba asumir una responsabilidad. A mí me
tocaba hacer muchas cosas, después los chiquillos comenzaron a asumir otros roles, igual que Felipe sostenía
mucho a la comunidad, pero con el tiempo se aprendió a tomar responsabilidad y a trabajar como grupo. Tam-
bién para decidir, cómo consultar, cómo planificar, con las distintas capacitaciones, con World Vision, SEPADE, Ins-
tituciones públicas. Así hemos aprendido a estructurar el quehacer, hacer pequeños diagnósticos, planificaciones
que cumplíamos, con el grupo aprendimos que lo importante es aprender, tener una actitud abierta, evaluamos
todo lo que hacemos, siempre nos preguntamos, todos opinan, desde el más chico al más grande” (Cecilia Marín.
A.J. We Newen).
Un aprendizaje importante que es valorado por los participantes de esta experiencia, es su carácter de grupo
abierto, donde pueden integrarse y participar jóvenes en actividades que son de su interés, pueden entrar y
salir, participar o abstenerse de algunas acciones, no existen estructuras rígidas, lo cual es muy cómodo para sus
participantes, cuya motivación se mantiene activa, considerando la complejidad territorial, en cuanto a la conec-
tividad y el déficit de medios de transporte.
Otro elemento relevante de la experiencia es la vinculación de jóvenes de diferentes comunidades, lo cual favo-
rece el capital social comunitario de puente, fortaleciendo los vínculos de confianza y cooperación, consideran-
do que habitualmente las costumbres y tradiciones se encuentran vivenciadas dentro de espacios territoriales
autónomos, donde cada lob o comunidad tiene elementos particulares, constituido en gran parte por núcleos
familiares, donde se recrea la cultura y los estilos de vida comunitarios, caracterizados por su organización y sus
vivencias asociadas a las actividades económicas y espirituales.
En lo que respecta a su forma de organización y la relación con las políticas públicas, se percibe como oportuni-
dades la canalización de recursos a través de fondos concursables, pero se observa la carencia de prácticas siste-
máticas de acompañamiento que fomenten la participación efectiva de los jóvenes y la comunidad: “las políticas
públicas abren espacios de participación a través de los fondos concursables, pero no responden a un proceso
de trabajo y acompañamiento para el desarrollo de jóvenes, esto es subsidiar la participación” (José Huechecal,
A.J. Weche Kintün).
A partir de su experiencia, los jóvenes opinan que las políticas públicas no abren espacios de participación efec-
tiva, donde puedan ser parte de la toma de decisiones y proponer acciones que propendan a su desarrollo con
una perspectiva de sustentabilidad: “como jóvenes tenemos poca participación en las políticas públicas, la voz
de los jóvenes aun no está siendo escuchada, quizás por descuido de los jóvenes, no hay una política que esté
enfocada en participación juvenil…ahora le llaman participación a dar una opinión pero eso no es, para mí eso
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